La ausencia en compañía. Los beneficios de la ayuda mutua en procesos de duelo.

Autora: Mencía Bueno Barranco

Introducción 

La muerte es un tema el cual se ignora y silencia en la sociedad. Sentimientos como el miedo, angustia, incertidumbre, enfado, tristeza son algunos de los que acompañan a la pérdida.  

Sin embargo, está y por consiguiente el duelo son procesos tan naturales como necesarios y desde la disciplina del trabajo social contamos con las suficientes herramientas para poder intervenir y prevenir situaciones en las cuales estos procesos pueden desencadenar situaciones como el aislamiento social o el desbordamiento emocional.  

El proceso de duelo en cada persona se manifiesta de manera diferente. Pero hay rasgos que son generales, puesto que sigue una serie de fases: negociación, ira, negociación, dolor emocional y finalmente la aceptación. (Kübler-Ross, 1996) Es un proceso complejo que cada persona gestionará en un tiempo diferente. En el caso de los duelos traumáticos, que son aquellos casos en los que la muerte se produce de manera repentina e inesperada, como, por ejemplo: los suicidios, accidentes de tráfico, muertes a manos de parejas (violencia de género), muertes súbitas. Que conllevan por lo general otras emociones y sentimientos, que en otro tipo de fallecimientos no se dan. 

El factor sorpresa y la imposibilidad de “despedirse” supone, en ocasiones, otro tipo de respuestas. Por lo general estas respuestas están más orientadas a comportamientos desadaptativos, y como profesionales debemos saber identificarlos y de esta manera poner especial atención, puesto que será necesario una intervención.  

Las profesionales del trabajo social facilitan el proceso de reconocer los recursos tanto propios como sociales. Uno de ellos es el acceso para participar en una intervención grupal. Esta intervención conlleva múltiples beneficios para el usuario/a, puesto que a pesar de que, la experiencia del duelo se caracteriza por ser única, personal e ineludible (Súarez,2016), hay puntos similares en el dolor de una pérdida, es una realidad, que la profesional puede actuar solo hasta cierto punto. Pero los grupos de ayuda mutua van más allá de una intervención profesional, puesto que la ayuda se hace tanto a nivel personal como grupal. La comprensión que pueden ofrecerse y el acompañamiento es mucho mayor que el que se puede hacer a nivel técnico. Por esta razón los grupos de ayuda mutua son una buena manera de intervenir con este colectivo. 

Antecedentes teóricos del duelo  

El duelo es un proceso normal, dinámico y activo y no es un estado. (Calvo, 2005) Este es un proceso complejo que está unido a sentimientos de dolor y sufrimiento debido a la ausencia de un ser querido. (Franco, 2005; Kübler-Ross, 1996) señala que se trata de una reacción emocional, física y psíquica, como respuesta de una ruptura de vínculos. Como consecuencia la persona que lo sufre queda en una situación de vulnerabilidad, es esta la razón por la que la intervención social es necesaria.  

El proceso de duelo es personal, se vive de manera íntima. Lleva consigo la tarea necesaria de reorientar, reorganizar y reestructurar todas las dimensiones de la vida. Tanto a nivel individual, como social y familiar. Esta tarea es compleja y no siempre se puede realizar con éxito, puesto que muchos duelos acaban generando problemas de salud mental y física al ser estos síntomas somatizados. Sobre el duelo hay muchas teorías y se diferencias varios tipos. Según Parkes (1998) señaló el denominado duelo patológico: duelos crónicos, que se manifiestas con la prolongación indefinida del duelo; duelos inhibidos que presenta la ausencia de los síntomas del duelo normal; duelos postergados carentes de reacciones inmediatas a la muerte y que más tarde presenta síntomas de duelo distorsionado o duelo no reconocido, como en ocasiones se encapsula tras sufrir un aborto. 

Todos estos duelos que presenta Parkes requerirán una intervención psicológica, pero sería beneficioso que estuvieran reforzados por la intervención social en grupos, puesto que a pesar de que la perdida se gestione de manera individual, hay reacciones que son comunes por las personas que estén viviendo una situación de perdida. Todas ellas experimentan las fases del duelo, es cierto, que cada persona las experimenta de manera completamente diferente y la duración de cada una de ellas es totalmente individual.  

Bowlby (1998) complementó las fases del duelo, haciendo matices a cada una de ellas. El autor afirma que en un primer momento se experimenta una fase de shock o embotamiento, esta puede durar minutos, horas, días o incluso meses. Tras esta aparecen sentimientos como incredulidad y desesperación, todo esto está vinculado a la rabia y a la ira, la incomprensión de la situación hace que surjan sentimientos parecidos al enfado. Una vez superado esto, aparece la etapa más larga, en ella los sentimientos más recurrentes son la tristeza y desesperación, los pensamientos y actuaciones se ven marcados por la desorganización y desmotivación. Es en esta etapa donde aparecen los comportamientos que podemos denominar desadaptativos puesto que surge el desbordamiento emocional y el aislamiento social. Esta fase, como todas las demás, no tiene un tiempo establecido, pero la importancia no está en el tiempo que se tome la persona en superarla. Una vez superada, el individuo siente según el autor, la necesidad de recuperar su vida y de reincorporarse de nuevo en la sociedad y de esta manera se produce la aceptación. 

La aceptación es la última fase del duelo, una vez aceptado y asimilado el fallecimiento, el duelo ha finalizado y se ha aprendido a vivir con la ausencia. No obstante, este proceso, tiene consecuencias bidimensionales. Puesto que afectan tanto al individuo como a su entorno más cercano. Estos procesos dejan a su paso una debilidad emocional que afecta a los lazos familiares y relacionales que pueden llegar incluso a romper los vínculos.  

Como ya he mencionado el proceso de duelo es natural y muy necesario. Pero en ocasiones requiere una ayuda psicosocial para que se pueda desarrollar de manera saludable. Las trabajadoras sociales se proponen que el usuario/a no cronifique el dolor y reaccione a el de manera que pueda suponer un factor de riesgo suponiendo así exclusión social. De esta manera las profesionales ofrecen una intervención a nivel grupal que proporciona una red de apoyo social estratégico que ayuda a promocionar a las personas hacia la elaboración de un proceso sano.  

Se escoge la intervención grupal, puesto que en el proceso del duelo el apoyo social es crucial para la elaboración de este, sin embargo, cuando el apoyo se siente insuficiente, el dolor va en aumento y por consecuencia el distanciamiento con el entorno es mayor. Por lo que los grupos de ayuda mutua otorgan una gran ayuda a los participantes, ofreciendo así las capacidades de respuesta necesarias para afrontarlo. 

Antecedentes teóricos y beneficios de la ayuda mutua  

Los grupos de ayuda mutua surgen con la intención de que una persona ayude a otra, al mismo tiempo que se ayuda a sí misma. Se trata de crear un entorno de confianza en el cual los usuarios se sientan seguros y de esta forma sea ese el lugar en el que puedan explorar sus objetivos y necesidades. Siendo el grupo una fuente de seguridad y apoyo para ello 

Los grupos de ayuda muta focalizan su intervención desde el mismo entorno en el que se mueve la persona, se hace mediante un proceso de comunicación en el cual cada uno de los individuos habla en primera persona y es la profesional la encargada de modular la sesión y velará por el buen funcionamiento de esta facilitando la comunicación y mediando entre los integrantes del grupo. Esta intervención está orientada al resultado y no se trata de un grupo terapéutico ni de autoayuda. Puesto que no está dirigido por una terapeuta, pero si existe la figura de una profesional que lidera la intervención.  

Es imprescindible que la profesional haga una labor de autocuidado personal, puesto que trabajará con un tema delicado, y tendrá que mantenerse al margen del dolor que expresen los usuarios/as. Estos grupos estarán formados por no más de ocho personas y será necesaria una entrevista inicial e individual con cada una de ellas.  

De esta forma podremos diferenciar entre varios tipos de duelos y facilitaremos el poder agrupar a los participantes en función de esto, puesto que será de gran utilidad, que las tipologías de duelo sean las mismas. Así los/as integrantes se sentirán más comprendidos/as por el resto del grupo. 

A pesar de que todos los duelos tienen una parte común, los objetivos de la intervención son diferentes para duelos traumáticos, que, para duelos por muerte natural o por enfermedad de larga duración, por ejemplo, en estas últimas la intervención tiene como objetivo principal, fomentar la aceptación de la perdida y la adaptación a la vida con la ausencia.  

En estos últimos casos se trabajará con el grupo hacia ese objetivo, haciendo ejercicios de enfrentamiento con cartas y fotografías, donde en todo momento predomine la comunicación entre los usuarios. 

Conclusiones  

El duelo es un proceso el cual no podemos evitar, pero si la forma en la que lo gestionamos, en ocasiones hacer sano este proceso se convierte en un imposible, en esas ocasiones el apoyo de una red social siempre será una buena solución. Reconstruir una vida tras la ausencia de un ser querido es una tarea imprescindible para continuar, la intervención psicosocial está capacitada para otorgar las herramientas a las personas para que puedan aprender a vivir de nuevo. La resignificación de la muerte y la aceptación del fallecimiento son procesos que se pueden vivir acompañado, dejándose acompañar y ayudar por personas en una situación paralela a la propia, el duelo es individual y privado, en ocasiones es complicado comunicar el dolor con personas que están dentro del mismo circulo o que no lo comprenden el sufrimiento de la misma manera. Este es el motivo por el cual las trabajadoras sociales son unas profesionales capacitadas para acompañar y facilitar el proceso que supone el realizar un duelo saludable. Las profesionales del trabajo social son capaces de intervenir ante situaciones de perdida y tienen la capacidad para ayudar y acompañar de manera integral a una persona que este en esta situación. Para las profesionales del trabajo social los grupos de ayuda mutua son un recurso que utiliza al usuario en sí mismo para fomentar su autonomía y bienestar.  

BIBLIOGRAFÍA 

Bowlby, J. (1998). El apego y la pérdida. Paidós.  

Calvo, V. (2005). “El duelo migratorio”. Trabajo Social, 7(1), 77-97.  

Kübler-Ross, E. (2014). La muerte: un amanecer.  

Parkes, C.M. (1972). Bereavement: studies of grief in adult life. New York: International University Press. 

Ruiz Mosquera, A. C. (2020). El duelo desde el Trabajo Social. Experiencia de Intervención Social en grupos. Revista de Trabajo y Acción Social, 63(1), 29-42. 

Suárez, M.A (2016). “Muerte, pérdida y duelo. Exploraciones para el Trabajo Social”. Carbonero, D.; Raya, E.; Caparros, N.; y Gimeno, C. (Coords) (2016) Respuestas transdisciplinares en una sociedad global. Aportaciones desde el Trabajo Social. Universidad de La Rioja.