Entrevista al equipo de trabajadoras sociales del Centro de crisis contra la violencia sexual Pilar Estébanez del Ayuntamiento de Madrid.

En el marco de la conmemoración del 28 de mayo, Día Internacional de la Salud de las Mujeres, desde la Comisión de Trabajo Social y Feminismo del COTSMadrid quiere hacer visible la gran labor de nuestra profesión en esta gran lacra social.

Una de las múltiples violencias a las que son sometidas las mujeres por el hecho de serlo, es la violencia sexual. Las agresiones sexuales son definidas por la reciente aprobada ley Orgánica 10/2022 de 6 de septiembre de garantía integral de la libertad sexual como “actos de contenido sexual que se realicen empleando violencia, intimidación o abuso de una situación de superioridad o de vulnerabilidad de la víctima, así como los que se ejecuten sobre personas que se hallen privadas de sentido o de cuya situación mental se abusare y los que se realicen cuando la víctima tenga anulada por cualquier causa su voluntad”, además son también violencias sexuales el acoso sexual, la mutilación genital femenina, los matrimonios forzosos, la trata de mujeres con fines de explotación sexual y las violencias sexuales digitales.

Todas y cada una de dichas violencias tienes graves repercusiones en la salud física, mental y social de las mujeres que la sufren.

Según datos de la macroencuesta de 2019, tras la violación, un 38% tenía lesiones físicas, un 79% psicológicas, un 27% ha consumido sustancias para afrontarlo y un 38% ha tenido ideación suicida; 1 de cada 8 mujeres ha sufrido violencia sexual en su vida, el agresor suele ser alguien conocido (sobre todo pareja/expareja, el lugar de agresión más frecuente es una casa (de la víctima o del agresor), aproximadamente el 90% de casos no se denuncian y un 26% no se lo contó a nadie. Dichos datos son alarmantes, por lo que la violencia sexual es considerada un problema social y de salud pública.

Por todo ello las instituciones públicas, siendo conscientes de esta gran lacra social han ido estableciendo políticas contra dicha violencia. En el ámbito estatal la aprobación de la ley Orgánica 10/2022 mencionada anteriormente ha sido un gran avance, entre otros la obligatoriedad de centros de crisis 24 horas en las Comunidades Autónoma.


El Ayuntamiento de Madrid puso en marcha en diciembre de 2019 el primer Centro de Crisis 24 horas y este año ha abierto el Centro de atención integral Benita Pastrana.
La Comunidad de Madrid ha abierto uno recientemente, además de contar con el CIMASCAM que tiene una larga trayectoria.


Por otro lado, en el ámbito sanitario, se la puesto en marcha el Protocolo VISEM, de atención urgente y coordinada a mujeres víctimas de violencia sexual reciente, cuyo objetivo es garantizar una atención sanitaria integral, efectiva y eficiente a las mujeres que hayan sufrido agresión sexual reciente y requieran atención urgente.

Por ello desde la Comisión de Trabajo Social y Feminismo se quiere hacer visible la gran labor de dicha profesión en esta gran lacra social, haciendo una entrevista conjunta al equipo de trabajadoras sociales del Centro de Crisis 24 horas contra la violencia sexual, Pilar Estébanez del Ayuntamiento de Madrid, al que agradecemos su colaboración.

¿Qué mitos existen entorno a las agresiones sexuales y cuáles son los efectos de los mismos en las mujeres?

Hay numerosos mitos y creencias erróneas en torno a la violencia sexual. Éstos no solo contribuyen a conformar el imaginario social sobre lo que es o no una agresión sexual, también inciden en la credibilidad que se da a las víctimas y supervivientes de estas violencias, tanto por las personas de su entorno cercano, como por parte de profesionales de los recursos y servicios a los que acuda en busca de atención.

Estas creencias, que construyen una visión falsa de la violencia sexual, de las víctimas y de los agresores, además de invisibilizar y normalizar estas violencias, cuestionan la veracidad del relato de las mujeres, les culpabilizan y trasladan a ellas la responsabilidad que en exclusiva recae en los agresores.

De esta forma, los mitos en torno a la violencia sexual pueden hacer dudar a las propias mujeres de haber sido agredidas sexualmente y explica que las mismas se sientan culpables, avergonzadas, y que sean reticentes a revelarlo, incluso a su círculo más íntimo y de confianza. El temor a no ser creídas, culpabilizadas y juzgadas también retrae a las mujeres de acudir a los servicios o recursos para ser atendidas y condiciona su decisión de formular denuncia.

Hay numerosos conceptos erróneos sobre la violencia sexual, estos son algunos de ellos:

“La violación sucede en lugares aislados”: solo una minoría de las agresiones sexuales se producen en un descampado, callejón, etc., la mayoría suceden en lugares aparentemente seguros como un domicilio.

“El agresor es un desconocido”: la mayoría de los agresores sexuales son del entorno de confianza,

por lo tanto, son conocidos de la mujer.

“La violencia sexual sólo es grave cuando comporta el uso de la fuerza o agresión física”: todas las violencias sexuales son graves y pueden tener importantes consecuencias en las mujeres; el elemento clave es la falta de consentimiento por parte de la mujer a determinado acto o conducta de carácter sexual y no el medio utilizado en la agresión: la violencia física, la amenaza, el chantaje, la coerción o el aprovechamiento de cualquier situación que impida a la mujer decidir y expresar su

voluntad libremente –como sucede en las agresiones con sumisión química- son medios para ejercer violencia sexual.

“Las víctimas son mujeres jóvenes que visten y se comportan de una forma no provocativa”: cualquier mujer por el hecho de ser mujer es susceptible de sufrir una agresión sexual; no existe ningún “perfil” de víctima y ninguna conducta puede entenderse como una provocación a ser agredida sexualmente, el único responsable es el agresor que decide agredir sexualmente.

“Una violación te marca para siempre”: sufrir una agresión sexual no define a una mujer para el resto de su vida, las mujeres son resilientes y pueden, con sus propias habilidades personales y con el apoyo adecuado, superar las consecuencias de la violencia sexual.

“Los agresores son enfermos mentales o actúan bajo un impulso que no pueden controlar”: las relaciones de poder entre hombres y mujeres que perduran en nuestra sociedad están entre las causas de las violencias que sufrimos las mujeres; pensar que estas agresiones son causadas por alguien enfermo o que actúa por un deseo incontrolable niega las causas estructurales de las violencias machistas y elimina, o cuando menos minimiza, la culpa y la responsabilidad del agresor.

“Las mujeres siempre se resisten frente a la violencia sexual”: las respuestas naturales o por el instinto de supervivencia a las agresiones no son solo luchar o huir, también el bloqueo o quedarse paralizada, son posibles respuestas automáticas de protección.

“Cuando una víctima sufre un episodio de violencia sexual pide ayuda de forma inmediata”: la cultura de la violación, que hace que se invisibilicen y minimicen muchas de las manifestaciones de la violencia sexual, y que hace recaer la culpa y la responsabilidad en la víctima, puede dificultar que la mujer identifique determinada conducta como un hecho de violencia sexual. Por otro lado, la experiencia traumática puede provocar una situación de bloqueo, que le impida tomar decisiones, y también afectar al recuerdo, pudiendo éste ser parcial, confuso, poco detallado.

¿Qué consecuencias directas en la salud física, mental y social tienen las agresiones sexuales en las mujeres?

En cuanto a las consecuencias en su salud física, la mujer víctima de violencia sexual no siempre presenta lesiones físicas (heridas, hematomas, desgarros…), sin embargo, a medio y largo plazo, pueden aparecer dolencias somáticas derivadas del impacto generado por la violencia sexual.

Como consecuencias en su salud mental, se pueden presentar síntomas emocionales y psicológicos a corto, medio y largo. Así, pueden aparecer sentimientos de culpa, miedo, rabia, vergüenza, frustración, trastorno de estrés postraumático, ansiedad, sensación de vulnerabilidad y disfunciones sexuales, entre otros.

La violencia sexual también puede tener efectos en el aspecto familiar y social de algunas mujeres, viéndose afectadas sus relaciones interpersonales.

Las mujeres víctimas de violencia sexual pueden experimentar una fase en la que reduzcan las actividades de su vida diaria por la sensación de vulnerabilidad que pueden presentar tras el hecho de violencia sexual.

Por otro lado, se pueden generar dificultades y conflictos en su entorno familiar y social, generados por no creerla y/o culpabilizarla. Esto puede conllevar la pérdida de su red de apoyo, ruptura de pareja, de relaciones de amistad, con padres u otros familiares…

Finalmente, la violencia sexual puede vivirse como un estigma y limitar la participación de las mujeres en los ámbitos formativo, en el mercado de trabajo y en los espacios públicos.

¿Qué ofrece el Centro de crisis contra la violencia sexual Pilar Estébanez?

El Centro de Crisis es un recurso municipal especializado cuyo objetivo es proporcionar una atención integral y especializada, para asesorar y acompañar a las víctimas de violencia sexual (reciente o pasada), que les ayude a la toma de decisiones, encaminada a la superación de las consecuencias y secuelas, mediante una intervención multidisciplinar que responde a un enfoque basado en los principios de derechos humanos, género y empoderamiento, interseccionalidad y participación de las mujeres.

Los objetivos específicos se concretan en:

  • Ofrecer de manera ininterrumpida una intervención especializada integral y multidisciplinar (psicológica, jurídica y social) de calidad a las víctimas de violencia sexual que se encuentran en una situación de crisis o emergencia, adaptada a sus necesidades y particularidades culturales, durante las 24 horas del día y durante los 365 días del año, en un espacio de seguridad física y psíquica.
  • Favorecer la toma de decisiones informadas por parte de las víctimas de violencia sexual y/o su entorno familiar, prestando información, orientación y asesoramiento de manera telefónica y/o presencial, 24 horas los 365 días del año sobre derechos y opciones disponibles y sobre la naturaleza, funciones y prestaciones del Centro de Crisis.
  • Atenuar el impacto emocional y psicológico de la violencia sexual vivida, atendiendo las demandas y necesidades específicas de las mujeres sobrevivientes de violencia sexual, acompañándolas tanto física como emocionalmente, garantizando el ejercicio de sus derechos y evitando la revictimización.
  • Acompañar a las víctimas a dependencias policiales, judiciales y sanitarias del municipio de Madrid en agresión reciente para la interposición de denuncia, solicitud de medidas cautelares de protección, atención sanitaria y examen médico-forense.
  • Atender las demandas de las mujeres relacionadas con la violencia sexual de que han sido víctimas desde las diferentes áreas profesionales de intervención (social, jurídica y psicológica) conforme a un plan de atención individualizado diseñado con la participación de la mujer.
  • Informar, asesorar, orientar y acompañar a los familiares para que puedan apoyar a las víctimas de manera adecuada en su proceso de recuperación y reparación de la violencia sexual vivida.
  • Contribuir a la prevención de la violencia sexual, informando y sensibilizado a la población en general sobre las causas, manifestaciones y consecuencias de la violencia sexual, así como de los procesos y recursos existente para su denuncia y atención integral especializada.

Estas actuaciones se guían por los siguientes principios:

  • Derechos humanos: la atención y el acompañamiento prestados deben partir de la consideración de las mujeres como titulares de derechos que la Administración municipal ha de garantizar.
  • Género y empoderamiento: la intervención debe estar orientada a la promoción de la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres.
  • Interseccionalidad: plasmada en atención a la diversidad, en la accesibilidad física, económica y lingüística del recurso, y en la adaptabilidad a las necesidades individuales de cada víctima/sobreviviente.
  • Participación de las mujeres atendidas, principalmente en el diseño del plan de intervención y en la evaluación de la atención recibida.

¿Qué funciones tiene la trabajadora social?

La función principal más destacable de las trabajadoras sociales en el Centro de Crisis Pilar Estébanez está relacionada con la acogida y acompañamiento. En primer lugar, las trabajadoras sociales se encargan de acoger y valorar -junto a las demás profesionales del equipo técnico- en las primeras citas de acogida y valoración en el centro. La mirada social es esencial para poder detectar, junto a las mujeres, las necesidades y problemáticas que la violencia sexual haya detonado en las diferentes esferas de su vida, así como también la trabajadora social valorará que otros recursos pueden ser necesarios para abordar la situación de crisis tras la violencia sexual. También es muy importante la función de las trabajadoras sociales en la coordinación y comunicación con otras profesionales y

recursos que tienen un papel importante para la mujer con la que se esté trabajando, tanto si estaban activos anteriormente como si es necesaria la activación por parte de la trabajadora social del Centro de Crisis Pilar Estébanez.

Asimismo, la trabajadora social también tiene una función muy importante en la atención, coordinación y valoración a través de la línea de emergencia del centro (en las cuales se atiende a mujeres supervivientes de violencia sexual, familiares y personas del entorno, profesionales, así como a población en general). Por último, es importante destacar la función de las trabajadoras sociales en lo que a acompañamientos se refiere, puesto que se realizan acompañamientos a aquellas citas o actuaciones fuera del centro que formen parte de la crisis detonada por la violencia sexual (hospital, juzgados, comisaría, etc.) que requieran un apoyo profesional.

La incorporación del reconocimiento del daño social en la ley 10/22 ¿Ha supuesto algún cambio en los procesos de intervención social con las víctimas? ¿Ha tenido impacto en mujeres y profesionales?

Que la Ley reconozca expresamente el daño social como una consecuencia de la violencia sexual ha supuesto visibilizar el impacto en los diferentes ámbitos de la vida de la mujer: familiar, educativo, laboral, económico, etc. Si bien la intervención social no se ha visto modificada por la nueva ley, ya que con anterioridad ya se valoraba el impacto en estos ámbitos para realizar una intervención orientada a la recuperación del proyecto de vida de la mujer; la nueva normativa cubre el vacío existente al prever servicios y prestaciones a las que las mujeres supervivientes de violencia sexual pueden acceder.