Desde siempre, las mariposas y las golondrinas y los flamencos vuelan huyendo del frío, año tras año, y nadan las ballenas en busca de otra mar y los salmones y las truchas en busca de sus ríos. Ellos viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua. 
No son libres, en cambio, 
los caminos del éxodo humano. 
 
Los emigrantes, ahora, de Eduardo Galeano 

AUTORA: LORETO ARANDA. Soy Trabajadora Social, Feminista, Psicóloga. Profesora de Grado de Trabajo Social. Máster en Migraciones y Relaciones Interculturales. Activa y activista. Creativa e innovadora. Reflexiva y luchadora. Con más de 25 años de experiencia profesional. Me entusiasma escribir y recrear. 

Todas/os recordamos aquel abrazo entre Luna y Abdou, la voluntaria de Cruz Roja y el joven senegalés recién llegado a las costas españolas, que reflejaba la crudeza de las migraciones y el potencial de las/os profesionales a la hora de intervenir ante estas situaciones. Motivada por esta imagen viral durante un tiempo en todos los medios de comunicación, Loreto nos trae una reflexión acerca del fenómeno de las migraciones, de las competencias profesionales en materia de ayuda humanitaria y, sobre todo, en las historias y en las personas que hay tras esos datos y noticias que abren y cierran informativos sin que nos paremos a pensar quién o quiénes están detrás de estas complejas situaciones. 

RESUMEN 

En ocasiones un abrazo es mucho más que un abrazo. El de Abdou y luna es un puente tendido en medio de una crisis humanitaria, social, política, que se ha vivido en estos días de mayo en las playas de Ceuta, o en la valla que separa dos mundos y dos realidades. Un abrazo que muestra la desesperación, al tiempo que la esperanza. Llegan masivamente, y desgarran sus relatos de sobrevivencia. Y mientras somos espectadores, en general pasivos, de esta tragedia humana, se hace hueco la ayuda humanitaria y humanizada, porque las historias importan. Y mientras tanto, podemos esperar a que sigan estos éxodos masivos, podemos escuchar sus relatos, y trabajar para que no extravíen sus futuros, sus sueños… 

PALABRAS CLAVE 

Migraciones, Cooperación internacional, Trabajo Social, ONG. 

Y aunque cierro los ojos, los veo llegar, los veo llorar, exhaustos, desesperados, sin apenas fuerzas, rotos, aterrorizados, inciertos, braceando hasta alcanzar la orilla. Son decenas. Son cientos. Son menores muchos de ellos. Sueñan con llegar y sueñan con un futuro al otro lado del espigón. Son historias, las de cada uno, que no hablan de inmigrantes y asaltos, sino de sentimientos y emociones. Historias de personas. Ni más, ni menos. 

En estos días de mayo, llegan imágenes escalofriantes, además de por las aguas frías, por las intentonas de entrada en Ceuta y Melilla, a un precio de 200 dírhams marroquíes (lo equivalente a 18 € más o menos) que cobran las redes mafiosas. Y entre esas imágenes se me queda, aun con los ojos cerrados, la del abrazo de Abdou (27 años) y Luna (20 años). Un abrazo entre dos jóvenes de una misma generación, desconocidos y a la vez unidos por la magia del momento. Una foto enmarcada por el idealismo mágico, puesta “al servicio de las emociones de los personajes”, de los dos jóvenes que, sin ensayo previo, hacen que los sintamos a fondo. Una imagen que se ha convertido en un símbolo del drama de la crisis migratoria, bajo la mirada (de los que aún nos duelen estas historias) de millones de personas impactadas por lo que fue, y no pudo ser. 

Abdou. Una historia más entre tantas y tantas que suceden cada día. No es el protagonista de una novela, ni participante de un reallity, ni influencer ni youtuber. Pero su historia se ha hecho viral. 

Hoy trato de imaginar a Abdou, al que identifico como inmigrante recién llegado a mi país, y trazo algunas pinceladas para acercarme a su situación, su condición, su historia de vida, de supervivencia, y sus planes de futuro, incierto, extraviado. Es un joven senegalés, que, en el periplo de su huida, cayó enfermo por las duras condiciones del viaje desde Casablanca. E imagino al recién llegado, que ya forma parte de ese número de personas (más de 8 000 personas en cuatro días, de los que 5 600 ya han sido devueltos a Marruecos) que tratan de cruzar los metros de distancia que llaman frontera, a nado, en camiones, escalando y sorteando los “peines invertidos” que sustituyen a las polémicas concertinas o alambres de cuchillas, que desgarraban a los que intentaban y se atrevían a saltar. La de Abdou, no es una historia aislada, es una más, entra las muchas que ocurren desgraciadamente de forma continua y casi a diario. Abdou logra llegar a la playa, esquiva a los soldados, muchos de ellos angustiados, tratan de explicarles que “solo cumplen con su obligación”. También se ve dolor e importancia en sus rostros. 

Abdou, rompe a llorar y allí está Luna. Y se produce el encuentro. El abrazo.  

Luna. Una trabajadora voluntaria de Cruz Roja en Ceuta, estudiante en prácticas, que “cumpliendo solo con su obligación moral y humanitaria”, se acerca a la playa. Son muchas y muchos voluntarias/os, trabajadores de la Cruz Roja de Andalucía, que hicieron frente con los medios que tenían, a estas situaciones tan desgarradoras y socorrer a los cientos de inmigrantes que llegaban nadando desde Marruecos. 

«Qué frustración, qué cansancio psicológico y qué rabia. Ayuda humanitaria no es quitarse a las personas de encima, es atender sus necesidades y más en estas condiciones. Es raro que te den las gracias por algo que debería ser normal» señala Luna en su cuenta de Twitter. 

¿Cómo explicar este éxodo masivo? 

En este caso en concreto, ha habido un desencuentro político entre dos países que mantienen relaciones internacionales, y se ha utilizado a la población más sensible y vulnerable, como son los jóvenes que buscan un futuro mejor en Europa.  

Las migraciones en general se basan en dos fenómenos: 

1.- De expulsión/exclusión, a partir de los cuales, las personas huyen del país de origen por diversos motivos, que empujan a cada vez más un mayor número de personas a tomar el camino de la emigración: por cuestiones económicas, sociales, entornos deteriorados, culturales, religiosas y/o políticas, y se ven amenazadas, excluidas y tratan de buscar unas mejores condiciones de vida, huyendo de la pobreza y precariedad, cuya existencia puede volverse insostenible.  

2.- De atracción/llamada, a partir de los cuales, migran a los países, lugares donde “hay oportunidades” para mejorar. En este efecto llamada, también se detecta el “fenómeno fantasía”, a través del cual, esas personas con la intención de migrar e influidos por medios de comunicación y testimonios de personas que migraron antes que ellos, fantasean con llegar a su destino y encontrar unas mejores condiciones, por tanto, una vida mejor. Imaginan esa especie de paraíso. 

La población migrante va donde hay oportunidades, y actualmente es un momento en el que en España comienza a escucharse, -coincidiendo con la relajación de las medidas de seguridad post COVID y el aumento de la llegada de turistas-, que se reactiva “el trabajo” y los medios de comunicación se hacen eco de noticias como la disminución del paro y la contratación en el sector servicios.  

En el caso de Abdou, como en otros muchos, la economía y la búsqueda de oportunidades laborales, ha sido el gran motivador de este “asalto”, y en el que se ha producido ese “efecto llamada” provocando que centenares de personas se encuentren en estos momentos en la población marroquí de Castillejos -distante unos dos kilómetros de la frontera ceutí-, a la espera de poder entrar en la ciudad española. desbordando incluso la capacidad de acogida de nuestro país. Abdou, uno entre muchos, ha llegado para reconstruir su vida en nuestro país. 

En estos días, en los que se ha producido este fenómeno, a modo de “crisis” ha levantado muchas percepciones, opiniones, debates y relatos, y, sobre todo, ha arrojado escenas que nos han impresionado. La ruta migratoria Marruecos-Ceuta, es una ruta tradicional en las migraciones internacionales, y en los últimos años se ha convertido en una de las más usadas, convirtiendo Ceuta en una frontera caliente hacia Europa de migrantes de carácter económico.  

Ayuda humanitaria, o simplemente humanidad 

Y vuelvo al abrazo entre Luna y Abdou. Consuelo y agradecimiento. Gesto humano y sosiego. Acogida y llegada. Esperanza y desesperación. Miedo y miedo. Y las palabras de ambos, se entrelazan, y se traza un círculo de ayuda humanitaria. Idiomas diferentes, palabras indescifrables, sentimientos encontrados, pero que hablan de los mismo, de huida a la esperanza, de socorro, de acogida. 

Luna señala que «no es quitarse a las personas de encima, es atender sus necesidades y más en estas condiciones. Es raro que te den las gracias por algo que tendría que ser normal…». 

Abdou agradece emocionado y relata que “estuvimos andando desde las siete de la tarde hasta las seis de la mañana”. La última parte del recorrido, justo antes de cruzar la frontera, la hicieron a nado durante 20 minutos para sortear el espigón de la playa del Tarajal. Después llegó agotado a la playa donde se produjo el célebre abrazo y rompió a llorar cuando vio a su hermano inconsciente. 

Profesionales y/o voluntarios que desarrollan su trabajo en ONG´s, y en muchas ocasiones, en primera línea de acción, como ha sido el caso del Tarajal, dan una vuelta más, y hablan de ayuda humanizada. 

Pero ¿Qué entendemos por ayuda humanitaria? ¿Cómo se humaniza la ayuda? 

El objetivo de dicha acción es cubrir las necesidades básicas de la población, de determinadas personas en situación vulnerable y complicada. La ayuda humanitaria ha evolucionado a lo largo de la historia. Una de las primeras iniciativas de ayuda humanitaria organizada tuvo lugar en el siglo XIX en Europa. Fue en 1859, en la batalla de Solferino (Italia), Henri Dunant, un empresario de origen suizo, comprobó que soldados heridos eran abandonados a su suerte, y no pudo dejar de ayudarles a pesar de no tener conocimientos en medicina. No le importó en qué bando luchaban dichos soldados. Fue el inicio del Comité Internacional de la Cruz Roja. Existen tratados que se han ido actualizando y, hoy en día, regula el Derecho Internacional Humanitario. 

A Henri y a Luna les separa casi dos siglos, pero les une un gesto humanizador ante una situación de emergencia social. Profesionales de distintas disciplinas, se desplazan sobre el terreno para prestar dicha ayuda. Y muchos son los que cuentan con recursos propios, personales, nada más (y nada menos) y salen al encuentro de estas personas que llegan con los sueños, quizás ya extraviados. Seres humanos que arriesgan su vida para realizar el trayecto.  

Porque las historias importan 

Y tras la respuesta emocional ¿qué hacer? En primer lugar, definir el problema. Pero definámoslo entre todas y todos, no solo políticos, o fuerzas de seguridad, o ciudadanos del otro lado de la frontera caliente, o juristas, o voluntarios, o personal sanitario, o trabajadoras/es sociales, o…. Compartamos tiempo y reflexión, detallemos, con ellos, el dilema. Y hagamos una historia de muchas historias, un relato para humanizar y entender, para empatizar y dignificar, para acreditar y otorgar. Impidamos que el drama que no acabe en tragedia. Un relato que restaure otros relatos unívocos y equívocos. Y reflexionemos sobre ¿Quiénes migran? ¿Por qué lo hacen? ¿En qué condiciones? ¿Para qué migran? ¿Qué buscan? ¿Qué esperan encontrar? ¿Con qué realidad van a tropezar? ¿Qué estamos dispuestos a compartir? ¿Qué compromiso adquirimos con ellos? ¿La llegada de inmigrantes es un desafío humanitario, o un problema respaldado por un discurso xenófobo? ¿Nos quitan realmente los puestos de trabajo, los recursos sanitarios, educativos, de vivienda? ¿Pueden y deben contribuir al mantenimiento del Estado de Bienestar? 

Para dar respuesta a estas preguntas, debemos considerarles ciudadanos. Son personas, las que intentan llegar, las que mueren al intentarlo. Cambiar de país, traspasar una frontera, no les despoja de su condición de ciudadanos. La inmigración forma parte del crecimiento y del cambio de un país.  

En segundo lugar, diseñemos políticas más abiertas hacia la inmigración y poder mantener la fuerza de trabajo actual. En Europa, saltan las alarmas de la crisis demográfica, en los países de la Unión Europea se ha detenido el crecimiento vegetativo y según datos del Ministerio del Interior, en el caso España, más de 41 800 inmigrantes llegaron en 2020, un 29 % más que en 2019. La ONU recomienda a Europa fomentar la inmigración a gran escala, y así resolver problemas como la discriminación, el auge de discursos xenófobos y racistas y el envejecimiento de la población. La inmigración aporta grandes beneficios al conjunto de la sociedad, tanto en países de destino como en países de origen. 

Surge la necesidad de una revisión legal con el fin de generar vías y cauces de regularización de personas que en, según determinadas situaciones se pudiera contemplar, con la finalidad de alcanzar un bien superior que inspire a la propia legislación, asegurando sus derechos humanos, previniendo y eliminando la sobreexplotación laboral, combatiendo la discriminación racial, y en definitiva HUMANIZANDO LA INMIGRACIÓN. De lo contrario, seguiríamos negando derechos fundamentales de las personas y mantendríamos una amenaza de expulsión permanente. Y este abrazo debe ser un punto de partida, y actuar y detener las políticas de retrocesos en derechos sociales. Comprometámonos con el progreso, con la igualdad en derechos, deberes y libertades, por una sociedad próspera, más abierta, más plural, más igualitaria e inclusiva. 

Es necesario fomentar actitudes de tolerancia para una convivencia pacífica, incluyente y de respeto entre las personas sin distinciones. 

Vuelvo a Eduardo Galeano: “los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar”. A qué más…