¿Si la violencia genera violencia, la convivencia genera convivencia? Una experiencia con jóvenes en prisión
Autora: Ana María Pozo Pizarro. Colegiada n.º 25-4565.
Trabajadora Social. Centro Penitenciario Madrid V-Soto del Real (Madrid).
RESUMEN
En el presente artículo se pretende dar a conocer una experiencia de trabajo realizado en un Módulo de hombres Jóvenes en la prisión de Soto del Real desde la intervención del Área de Tratamiento de dicho centro, en concreto desde la perspectiva del Trabajo Social. Consiste en un modelo de intervención durante el cumplimiento de una pena o medida preventiva privativa de libertad para personas comprendidas entre los 21 y los 25 años que se encuentran en este centro. Se trata de hacer llegar la experiencia basada en las ya conocidas modalidades de intervención que Instituciones Penitenciarias tiene destinado para este grupo de personas, los llamados Módulos de Jóvenes y de Módulos de Respeto en combinación con otras intervenciones que se han puesto en marcha según se han ido detectando necesidades para el grupo en concreto poniendo en práctica el principio de individualización científica.
Con relación a estas últimas intervenciones se han incluido criterios y modelos de actuación en concreto para un perfil que ha ido en aumento en los últimos años entre los jóvenes que ingresan en prisión, estos son los jóvenes pertenecientes a grupos “violentos” o más conocidos mediáticamente como “bandas latinas”. Dichos criterios se refieren a la creación de un “clima” dentro de este módulo que logre permitir la convivencia de todo el grupo incluyendo la de grupos rivales a través de la intervención profesional del centro y a la de entidades que trabajan fuera de prisión con este grupo específicamente de cara a tender puentes que suponga una herramienta para intentar conseguirla no por más deseada, difícil, “reinserción social”.
Palabras Clave
Prisión, Jóvenes, Grupos violentos, Convivencia.
INTRODUCIÓN
Para comenzar tendremos que ubicarnos en lo que la Administración Penitenciaria considera “jóvenes”, estos son, los menores de 21 años y excepcionalmente, quienes no hayan alcanzado los 25 años. Existen programas específicos para esta franja de edad, donde se enmarca esta intervención cuya población total a febrero de 2022 supone aproximadamente el 8,64 % de la población penitenciaria total.
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN RECLUSA PENADA POR GRUPOS DE EDAD, SEGÚN SEXO.
Mensual>FEBRERO 2022>Total Nacional:
De 21 a 25 años (Preventivos) hombres: 1 183; mujeres: 47. Total 1 230.
De 21 a 25 años (Penados) hombres: 3 024; mujeres: 181. Total: 3 2051.
Los Programas de Tratamiento destinados a este grupo población se caracterizan por una acción educativa intensa pretendiendo frenar el desarrollo de una carrera delictiva y conseguir su integración social una vez excarcelados.
Como principios generales rigen por un lado, que el régimen se caracterice por una acción educativa intensa, y por otro , que el personal que trabajamos en estos departamentos (Equipos Interdisciplinares formados por trabajadoras/es sociales, psicólogas/os, juristas, educadoras/es, maestras/os, funcionarias/os de vigilancia, técnicas/o de actividades deportivas y ocupacionales), orientemos nuestras actuaciones a la formación integral de los internos fomentando especialmente y en la medida de lo posible, el contacto de las/os internas/os con su entorno social.
Como objetivos principales se plantea equipar a las/los jóvenes con aquellas habilidades de pensamiento necesarias para un mejor ajuste personal y social, mejorar las habilidades interpersonales, la educación, junto con la preparación para la búsqueda de empleo.
A su vez se combina con otro de los Programas de Tratamiento dentro de Instituciones Penitenciarias, el Módulo de Respeto, cuya finalidad es lograr un clima de convivencia y máximo respeto entre las personas que residen en ellos. Las personas que aquí conviven dejan de vivenciar el módulo y sus normas como “algo impuesto” para considerarlo como “algo propio”.
El factor fundamental es la participación de la/de interna/o en la vida, las tareas y las decisiones del módulo, a través de grupos y comisiones de trabajo; es voluntario y lleva implícita la aceptación de las normas de convivencia que son firmadas en un contrato, aspectos básicos como la higiene, cuidado y limpieza de las zonas propias y comunes, relaciones interpersonales con otras/os internas/os, profesionales del centro y del exterior de acuerdo con un Programa Individual de Tratamiento.
Se valora y evalúa permanentemente a través de reuniones entre comisiones, con el equipo técnico semanalmente y según sea necesario mediante asamblea general (todos los internos del módulo y el equipo técnico). La evaluación de las/os internas/os tiene repercusiones en la colectividad. Se trata de crear una presión grupal positiva, que favorezca valores como la solidaridad, la responsabilidad y el respeto mutuo.
La experiencia, no sabemos si muy novedosa o no (quizá es otra puerta abierta a la investigación), establece el siguiente planteamiento; además de la combinación de los dos Programas de Tratamiento, Jóvenes y Respeto, se incluye la participación de agentes externos a la institución penitenciaria para trabajar dentro de este módulo. Por un lado se intensifica la presencia de entidades de todo tipo que prestan acciones de voluntariado bajo convenios de colaboración de tipo deportivo, cultural, artístico,…, etc., y por otro lado en este momento cabe destacar una colaboración, que según la experiencia ha sido primordial, contar con la intervención de dos Asociaciones que trabajan con grupos de jóvenes pertenecientes o asociadas por el contexto social en el que se encuentran ubicadas sus viviendas en diferentes barrios de Madrid, a “bandas latinas” ya que se aprecia la necesidad por el aumento de este perfil que entraban en prisión (año 2015) el cual se está viendo intensificado en la actualidad, dichas Asociaciones son la Asociación Suyae y la Asociación Cesal.
En cuanto a la Asociación Suyae enmarca su colaboración dentro de una de sus áreas de trabajo, referida a la mediación entre agrupaciones juveniles y menores vinculados a éstas. Está dentro del Proyecto INSOVI. Socio-Educative Intervention With Youngsters and Violence Prevention, que llevan desarrollando desde el año 2010, fue seleccionado como buena práctica por Europa en el proyecto EU Street Violence. El objetivo del Proyecto “UE Street Violence” es crear un conjunto de recomendaciones sobre la violencia callejera generada por los grupos de jóvenes urbanos y hacerla accesible a través de una base de datos en línea a profesionales, responsables políticas/os e investigadoras/es.
Su colaboración ha sido imprescindible para alcanzar los objetivos conseguidos ya que hacen una labor de “puente” entre “la calle” y la prisión tan necesaria como ideal en muchos casos. Apoyan y conocen de primera mano el contexto socio familiar de donde viene la persona cuando ingresa en prisión y a donde vuelve tras su paso por ella.
En cuanto a la Asociación Cesal enmarca su colaboración dentro de las áreas de trabajo de apoyo y acompañamiento a refugiadas/os y migrantes con pocos recursos además de una formación para el empleo. Abarca también aprendizaje del idioma y habilidades sociales, asesoramiento y apoyo psicológico de personas que se ven obligadas a abandonar su país de origen por circunstancias adversas.
Ha supuesto una herramienta básica, el poder realizar derivaciones directas a través de permisos y posteriormente en Régimen de Semilibertad o Tercer Grado para poder recibir el acompañamiento en la formación e inserción sociolaboral tan necesarios, mediante los programas de formación destinados a la prevención de la violencia a través del empleo, ejemplo de ello es el de Gastronomía Social. Dejo un vídeo muy representativo de su actuación ubicado en su página web2.
Hoy en día esta colaboración a nivel institucional no existe por motivos de financiación ¿A alguna Trabajadora Social le suena esto?
Es evidente y cabe imaginar que a este modelo no todas las personas se adaptan automáticamente, ni a lo largo del tiempo se mantiene sin más, si no que es una tarea constante de evaluación, toma de contacto, análisis y estudio por parte de las/os profesionales protagonizándose conflictos que se van regulando, desde una manera sencilla hasta otras veces derivando en comisión de faltas sancionables, expulsión del módulo, etc., dinámicas habituales de la vida en prisión.
El resultado que observamos de esta experiencia es que se produce de forma “natural” un comienzo de la convivencia, aparentemente impuesto por el sistema, que provoca la autorregulación de las dinámicas violentas que mantienen en el exterior revirtiendo así mismo en los contextos sociofamiliares.
Inferimos que puede suponer una prevención de actividades delictivas, impacto que sería interesante estudiar y analizar. De tal forma que se convierte en un momento de “pacto de no violencia” o momentos de paz entre grupos rivales.
Podríamos contar experiencias personales de desvinculación total de estos grupos que se han producido desde dentro. ¿Y qué pasa entonces? Nada más y nada menos que lo que le puede pasar a cualquier otro joven que se encuentra viviendo en este momento de su vida pero con una nueva “identidad” y unos nuevos referentes, hemos visto como hay personas que comienzan a retomar la relaciones familiares, comienzan a responsabilizarse de sus hijos e hijas (la gran mayoría son padres muy jóvenes) otros cambian su orientación sexual, la orientación de su género, y por supuesto comienzan a resolver sus propios conflictos tanto personales como sociales con nuevas herramientas que les permiten la conciliación y favorecen la probabilidad de disminuir o eliminar la actividad delictiva por lo tanto de volver a prisión.
Este grupo se convierte a su vez en referentes y/o espejos para sus iguales y se genera un efecto multiplicador para el resto de internas/os que pueden presentar conductas violentas o dificultades en la resolución de conflictos diarios.
¿La convivencia genera convivencia?
La intervención con las/os jóvenes de hoy significa tener un acercamiento a ellas/os desde la empatía, como profesionales, y en concreto como trabajadoras/es sociales que requieren de un esfuerzo en posicionarse ante un colectivo desde una mirada no adulto centrista y entendiendo a una generación que nada tiene que ver con los jóvenes de los años 90 ni de las prisiones ni de esos años fuera de ellas. Estamos hablando de la llamada “generación Z” personas nacidas entre 1994-2010, ó posmilenial, generación de internet y de las TRIC (Tecnología de las Relaciones) según Isa Duque en “Acercarse a la Generación Z”3 cuyo perfil es interesante consultar en el último estudio realizado por el Instituto Nacional de Juventud de España publicado en el año 20204. Supone un gran esfuerzo para llegar a entender su realidad y tender puentes generacionales.
Añadir que las/os jóvenes que están en prisión cumplen con este perfil pero además son los hijos de dos crisis económicas de este país y de las circunstancias sociales y políticas de los de sus respectivos países de origen en los casos de migrantes, por lo que a menudo cuentan con una falta de oportunidades y son fruto de falta de referentes paternos y maternos, sociales y en muchas ocasiones de un proceso de identidad y masculinidad marcado por la violencia, identidad que evoluciona y transita hacia otros referentes según esta experiencia, si se realiza una intervención especifica como la que se ha descrito.
CONCLUSIÓN
Como conclusión cabe decir que el Trabajo Social Penitenciario tiene la responsabilidad de afrontar ciertos retos en el futuro. La adaptación a los emergentes cambios sociales, lo cual tiene un reflejo directo tanto en los perfiles más individuales de las personas con las que se interviene desde cualquier tipo de institución penitenciaria como en las dinámicas familiares así como en la comunidad donde tal institución se encuentra contextualizada.
El Trabajo Social Penitenciario va más allá del obligado cumplimiento del Artículo 25.2 de la CE (…las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena de prisión que estuviere cumpliendo la misma…), favorece la armonía, la justicia social, la mejora en la capacidades individuales, familiares y sociales de las personas a las que va dirigida su intervención, así como la prevención de los conflictos internos y externos lo cual supone una más humilde y realista prevención de la reincidencia y por tanto de la “tal” reincidencia.
BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
– Arnanz Villalt, Enrique. (23 de abril de 2022). Jóvenes y Prisión. Revista Estudios de Juventud N.º 69. http://www.injuve.es/sites/default/files/revista69completa.pdf
– Constitución Española (BOE n.º 311, de 29 de Diciembre de 1978).
– Duque, I. (2022). Acercarse a la Generación Z. Zenith: Editorial Planeta.
– Instituto de la Juventud. (28 de Abril de 2022). Informe Juventud en España 2020. http://www.injuve.es/sites/default/files/adjuntos/2021/03/informe_juventud_espana_2020.pdf
– Ministerio de Interior. Instituciones Penitenciarias. (24 de abril de 2022). Datos estadísticos de la población reclusa. https://www.institucionpenitenciaria.es/es/web/home/fondo-documental
-ONG Cesal. (24 de abril de 2022). Así es nuestra formación en hostelería [Video]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=l6322saAYJ0
-Vázquez, C. (2019). Delincuencia Juvenil S. L. Dykinson.