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Trabajo Social: El Corazón del Nuevo Modelo de Cuidados Domiciliarios de Larga Duración

Autor: Javier García Garcia

Resumen

Este artículo tiene como objetivo dar a conocer las principales experiencias en materia de cuidados domiciliarios de larga duración, haciendo especial hincapié en el papel del/de la trabajador/a social como elemento clave en el diseño, ejecución y evaluación de proyectos sociales destinados a evitar la desinstitucionalización de las personas mayores.

Palabras clave

Trabajo Social, Cuidados domiciliarios, Cuidados de larga duración, Gestión de casos.

Abstract

The aim of this article is to present the main experiences in long-term home care, with special emphasis on the role of the social worker as a key element in the design, implementation and evaluation of social projects aimed at preventing the deinstitutionalization of the elderly.

Key words

Social Work, Home care, Long term care, Case management.

Introducción

Todos/as nosotros/as conocemos, ya sea por experiencia propia o por nuestro círculo cercano, lo agotador que puede llegar a ser el cuidado a las personas en su última etapa del ciclo vital. Además, en nuestro país este cuidado está interiorizado culturalmente debido a que la responsabilidad familiar en general, y de las mujeres en particular, es una pieza clave en el funcionamiento de nuestro modelo mediterráneo de Estado de Bienestar. Sin embargo, ha llegado el momento de profesionalizar los cuidados. De convertirlos en una cuestión de derechos. De hacer un ejercicio de liberación familiar. En definitiva, ha llegado la hora de buscar nuevas fórmulas que garanticen la sostenibilidad del sistema de atención.

Desarrollo

Todos los seres humanos tenemos un rasgo en común: desde el momento en el que nacemos, comienza nuestro proceso de envejecimiento (Bengoa, 2002). Este proceso de envejecimiento puede ser estudiado desde diversas perspectivas como son la biología, la medicina y, por supuesto, el trabajo social.

Independientemente de la disciplina teórica desde la que se aborde el problema del envejecimiento, el actual modelo de cuidados presenta serias dificultades (Elizalde- San Miguel, 2018; Sánchez Salmerón et al., 2021) para hacer frente a las tendencias que los demógrafos prevén de cara al año 2050, año en el que se estima que una de cada seis personas en el mundo tendrá más de 65 años (United Nations, 2022).

El tradicional modelo de atención a personas mayores y/o dependientes tiene como elemento central la institucionalización de la persona en centros residenciales, lo cual supone toda una serie de efectos negativos (Gutiérrez Báez et al., 2019) en la persona, entre los que destacan el aumento del grado de dependencia, el incremento de síntomas relacionados con depresión y la aparición de sentimientos de abandono.

Sin embargo, en los últimos años la literatura científica ha puesto de relieve el consenso generalizado de las personas de querer disfrutar de la última etapa vital en el domicilio.

Por tanto, la problemática prevista para un futuro (falta de plazas residenciales, inexistencia de soluciones en el medio rural…), de los actuales recursos de cuidados a las personas mayores, unido al deseo manifiesto de la población ha provocado que en los últimos años se haya trabajado en diversos proyectos de innovación social cuyo objetivo es la búsqueda de nuevas formas de cuidado a las personas mayores y/o dependientes en su domicilio. Caben destacar en nuestro país por un lado los Proyectos ETXEAN ONDO y ETXEAN BIZI (País Vasco) y, por otro lado, A Gusto en Mi Casa  y Rural Care (Castilla y León).

Dejando a un lado las diferencias entre estos proyectos, cabe destacar el esfuerzo conjunto por introducir uno de los aspectos que en la última década se lleva recalcando desde la disciplina del Trabajo Social: la figura del/de la profesional de referencia.

Las competencias que adquieren los/as profesionales del Trabajo Social (Vázquez, 2005) especialmente en ámbitos como la organización y la gestión, las habilidades sociales y de comunicación y las formas de resolución de conflictos hacen que sea un/a profesional idóneo para la coordinación de equipos y proyectos (Herrero, 2016).

Ésta figura permite avanzar en la consecución de una atención personalizada e integral, lo que unido a una metodología de gestión de casos permite dar coherencia a los diversos itinerarios de atención mientras que se coordinan la gran variedad de intervenciones sociosanitarias. En la figura 1 se pueden observar un resumen de las destrezas, funciones y objetivos del Trabajo Social en relación con el modelo de gestión de casos o “case management”.

Los aprendizajes adquiridos derivados del contacto con algunas de los/as usuarios/as participantes en los proyectos piloto mencionados anteriormente avalan el impacto positivo que tiene la existencia de tener una única persona como referencia para cualquier duda. Si bien es cierto que el vínculo que se crea entre el/la trabajador/a social y el/la usuario/a es clave para la intervención social independientemente de cuál sea el colectivo con el que se esté actuando, cobra una importancia especial en los últimos años de vida debido a los propios miedos que nos provoca esa cercanía a la muerte y las preocupaciones relacionadas con ese suceso que no son inherentes como seres humanos. Incluso no sólo el/la usuario/a final, sino que las mismas familias agradecen el hecho de contar con una única persona a la que acudir en momentos de tensión o necesidad, facilitando la entrada al Sistema de Servicios Sociales e incluso dotando de información sobre cómo actuar ante necesidades no identificadas inicialmente.

Sin embargo, es necesario también señalar algunos de los inconvenientes que pueden surgir con el/la profesional del Trabajo Social como profesional de referencia en el modelo de gestión de casos:

  • Se puede generar una dependencia excesiva hacia esta figura liberándose así los/as usuarios/as de su responsabilidad individual.
  • El entorno estructural en el que se desenvuelve el/la profesional del Trabajo Social puede ser rígido, lo que puede desencadenar en una falta de flexibilidad y adaptabilidad en las intervenciones sociales.

Sin embargo, la apuesta parece clara y la balanza se inclina a favor de las ventajas de este modelo de configuración de servicios.

Para finalizar, me gustaría dejar una frase a modo de reflexión propuesta por Victoria Camps, catedrática emérita de Filosofía Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, en una entrevista realizada en tiempos de pandemia:

“Cuidar es un derecho que nos afecta a todos. Y si existe un derecho de protección en el estado de bienestar, todos tenemos el deber de cuidar. Y ese deber de cuidar tiene poco que ver con la libertad a cualquier precio”.

Conclusiones

Contar con un/A profesional de referencia en los proyectos sociales de cuidados domiciliarios de larga duración es esencial para garantizar un adecuado seguimiento y atención a los/as usuarios/as. En este sentido, el/la trabajador/a social se presenta como un/a profesional idóneo/a gracias a sus capacidades y formación, que le permiten abordar de manera integral las necesidades de los/as usuarios/as y sus familias.

Además, el Trabajo Social no debe quedarse únicamente en un nivel práctico, sino que se debe incluir esta figura en la planificación y evaluación de futuros proyectos de innovación social, a fin de mejorar la calidad de vida de las personas atendidas y garantizar la sostenibilidad del sistema de cuidados de larga duración.

Si empleáramos una metáfora basada en el cuerpo humano para hablar del futuro del sistema de cuidados, podríamos afirmar que el/la Trabajador/a Social sería el corazón de este. Al igual que el corazón es el órgano vital que bombea la sangre a todas las partes del cuerpo, el/la profesional del Trabajo Social es la figura clave que asegura la calidad y el bienestar de todas las personas que requieren apoyo en el sistema de cuidados. Por ello, debe ser el encargado de coordinar y gestionar todos los recursos necesarios para brindar una atención adecuada a las personas que necesitan cuidados, y a su vez, el/la encargado/a de establecer vínculos y conexiones entre los diferentes actores involucrados en la totalidad del sistema. Por todo ello, se puede decir que el/la trabajador/a social es la pieza fundamental del sistema de cuidados, como el corazón lo es en el cuerpo humano.

Bibliografía.

Bengoa, J. M. (2002). ¿Qué es envejecer? Archivos Latinoamericanos de Nutrición, 52(3), 257-260.

Elizalde-San Miguel, B. (2018). ¿Femenino e informal? El modelo tradicional de cuidados a examen desde una perspectiva demográfica. Revista Prisma Social, 21(1), 243-262.

Gutiérrez Báez, P., Acosta Cano, R., Angulo Silva, M. A., Álvarez Domínguez, P., Casado de Paula, M., Coca Casado, D., Oliver Ledesma, C., Sánchez Lucas, M., Meimije, M. del S., y Seco Jiménez, L. (2019).

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