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CUANDO ENVEJERCER SUPONE UNA VUELTA AL ARMARIO: SITUACIONES DE DISCRIMINACIÓN LGTBI EN RECURSOS DE PERSONAS MAYORES

AUTOR

Juan Jesús Rosa Martín, Trabajador Social 

RESUMEN

Desde hace algunos años se celebra en junio el mes de la diversidad, con motivo del “28J: Día del Orgullo”, donde se pone de manifiesto lo vivido y se reivindica derechos e igualdades para las personas LGTBI. Sin embargo, cuando se habla de mayores las situaciones de discriminación, rechazo y trato no igualitario están presentes. El propio recurso, su planteamiento de cuidar, las y los profesionales que trabajan en ellos, así como las personas y sus familiares que hacen uso de los mismo son barreras importantes para perpetuar las situaciones de discriminación que viven las personas mayores del colectivo LGTBI, provocando sufrimiento y una “vuelta al armario” de un aspecto vital de sus personas, como son las relaciones afectivo-sexuales. Por ello la necesidad de un cambio en los planteamientos de cuidado donde los procesos vitales de las propias personas, como las relaciones afectivo-sexuales, estén presentes.  

PALABRAS CLAVE

Mayores, LGTBI, Discriminación, Recursos para mayores. 


“Hartos de silencio, torturas y olvido. 

De ser siempre extraños donde nacimos. 

Levanté la tela, escribí sobre ella. 

Con polen, espuma y sangre, nuestro lema. 

Cayeron estrellas cuando abrí los puños. 

Le mostré mi herida ardiendo al profeta de hielo. 

Tomamos las Ramblas, unimos el grito. 

Y aquel frágil eco se hizo rugido”. 

Víctor Algora 

Letra de la música original de la  Serie Documental “Nosotrxs somos”. (2018)


Desde hace unos años se habla del mes de junio como el “Mes de la Diversidad”, con motivo del 28 de junio: “Día del Orgullo”, donde se realizan diferentes actividades para hacer visible la realidad de las personas Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales (LGTBI), pero ¿por qué el 28 de junio? ¿qué se pone de manifiesto ese día? 

Para responder a estas preguntas debemos remontarnos a finales de los años 60, a un lugar concreto, Nueva York, donde las actuaciones de represión, hostigamiento, maltrato y persecución por parte de los agentes policiales contra las personas homosexuales y transexuales durante años, estallaron en una batalla campal, como consecuencia de otra redada más en el “Stonewall Inn”, un bar frecuentado por el colectivo, el 28 de junio de 1969, siendo la primera expresión de reivindicación por los derechos y libertades de las personas LGTBI, y origen del “Día del Orgullo”. 

En España, bajo el régimen franquista, y con la modificación realizada, en 1954, a la Ley de Vagos y Maleantes, donde se incluye explícitamente la homosexualidad, y posteriormente, en 1970, su sustitución por la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que junto a la fórmula jurídica de “escándalo público”, fueron el paraguas normativo para la persecución y castigo de manera sistemática a la homosexualidad y la transexualidad. Hasta que el 26 de junio de 1977, en Barcelona, hombre y mujeres salieron a la calle a reivindicar sus derechos y libertades como personas LGTBI, tal y como refleja el director César Vallejo (2018) en el primer capítulo de la serie documental “Nosotrxs somos”, constituyéndose en la primera expresión pública de lucha que dio origen al movimiento español LGTBI para exigir una sociedad más justa e igualitaria, bajo la bandera de los derechos humanos. 

Este es el origen del “Día del Orgullo”, el recordar los sucesos acaecidos en el pasado, y exigir y reivindicar derechos en el presente para las personas del colectivo. 

Pero este camino por la igualdad de derechos entre personas, entre ciudadanas y ciudadanos, con independencia de su orientación sexual, identidad sexual y/o expresión de género, ha transcurrido por dos vías con velocidades distintas: 

  • Una, la vía normativa, no exenta aún de dificultades, pero que se han conseguido grandes logros en materia de derechos e igualdad entre  mujeres y hombres, con independencia de su orientación sexual, identidad sexual y/o expresión de género, como son, a nivel estatal, la Ley 13/2005, de 1 de julio, por la que se modifica en materia de derecho a contraer matrimonio el Código Civil y la Ley 3/2007, de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas. Así como diversas normativas en distintas Comunidades Autónomas del territorio español, que han continuado avanzando en materia de derechos e igualdad LGTBI.  
  • Y otra, la vía social, que no ha ido de la mano con los avances legislativos, donde se han perpetuado las situaciones de discriminación, rechazo, trato no igualitario, odio y violencia a las personas LGTBI. 

Es precisamente esta vía social, la que incide en el día a día de las personas del colectivo, y que se traslada a todas sus esferas: la propia persona, la familia, los grupos de amistades, el trabajo, el centro educativo, la relación con la administración, empresas o servicios, la comunidad, etc. E igualmente el día a día pasa, como un reloj biológico, por nuestras vidas, envejecemos y experimentamos cambios físicos, metabólicos, psicológicos y funcionales, caracterizados por su irreversibilidad e inevitabilidad, y en la que se produce en la mayoría de los casos un aumento de la vulnerabilidad y fragilidad, afectando también a nuestro entorno social (Sancho et al., 2007). Momento en el que se encuentra gran parte de esas mujeres y esos hombres que un día salieron a la calle a reivindicar su derechos y libertades. 

Envejecer y pertenecer al colectivo LGTBI, supone una suma de discriminaciones: la que derivan de la LGTBIfobia, que se relaciona con la orientación afectivo-sexual, la identidad sexual y/o expresión de género, y por otra, las consecuencias de la propia vejez y el rechazo por la avanzada edad, “edadismo” (Sagrera, 1992), sobre todo en los ámbitos de la salud, autonomía, y acceso a los servicios, especialmente de cuidados (Gimeno, 2004; FELGTB, 2019). A ello debemos añadirles otros problemas recurrentes como son la soledad y el aislamiento, que se unen a la cuestión de la discriminación y/o la no aceptación social entre el colectivo de personas mayores LGTBI (Alonso y Muyor, 2020). 

En este sentido, tener que pasar de vivir de manera independiente y autónoma a necesitar ayuda para continuar con el día a día, como puede ser acudir a un recurso residencial, podría plantear una serie de retos y fuentes de ansiedad y sufrimiento adicionales a la propia persona mayor LGTBI. 

En general, el abordaje de la afectividad-sexualidad en personas mayores es un aspecto que no se plantea, como si no existiese, que se acentúa aún más si perteneces al colectivo LGTBI, como consecuencia de las etiquetas sociales discriminatorias y de rechazo. Y menos aún en los entornos institucionales o de recursos para mayores, donde la normativa-directrices que los rige raramente contempla las necesidades de la diversidad afectivo-sexual, la identidad sexual y/o la expresión de género de las personas que los utiliza o viven allí, obligando a que si se encuentran en una situación cuyo foco son estas necesidades, profesionales, familiares y personal que acude o vive en uno de los recursos, se actúe desde la experiencia y saber hacer personales, aunque la decisión no sea la más acertada, que desde unas directrices definidas, claras, concisas y homogéneas. 

Si a veces es complicado, en el día a día, ser una persona mayor y LGTBI, por las diferentes situaciones que la propia sociedad plantea, en el caso de que la institucionalización sea inevitable, algunas personas LGTBI consideran y llevan a cabo la opción de ocultar su orientación sexual a profesionales y residentes del recurso, suponiendo un “vuelta al armario” o “armarismo”, obviando y ocultando esta parte importante que la define como persona, fingiendo ser heteronormativos (Gimeno, 2004). Esta opción, aparte de suponer un esfuerzo y sufrimiento notable, tiene consecuencias psicológicas negativas que aumentan la dificultad para adaptarse a un nuevo y definitivo hogar, en el caso de las residencias, además de reforzar la invisibilidad del colectivo LGTBI en los recursos para mayores. En palabras de LaTosch, del Centro Comunitario de Detroit Metro para Personas LGTBI (Centro Nacional de Recursos Sobre el Envejecimiento en Personas LGBT. 2014), “Es menos probable que, en relación con sus homólogos heterosexuales, las personas mayores LGTBI tengan hijos u otros miembros de la familia nuclear que les sirvan de apoyo durante el proceso de envejecimiento […]. Muchas personas se sienten extremadamente vulnerables durante la etapa de envejecimiento y regresan al ‘closet’ por temor a ser maltratadas por profesionales de la salud y otros”. Situación que se agrava si eres una persona transexual o intersexual, ya que, en general, no se sabe, ni se contemplan sus necesidades biopsicosociales en los recursos de atención a mayores, dado que se ha “problematizado”, como señala Platero (2014), su propia existencia como persona.  

Los miedos y desconfianzas que despierta la posibilidad de ir a vivir o pasar parte de su tiempo a un recurso para mayores, en algunas personas mayores LGTBI, están fundamentados por las barreras que se encuentran.  

El entorno físico, donde las edificaciones son poco propicias para espacios de intimidad y privacidad. Construidos bajo criterios meramente hospitalarios, donde se pone en primer lugar su atención a las necesidades y dolencias sanitarias, obviando las psicosociales. El paradigma de cuidados, donde son atendidos bajo criterios de profesionalidad, primándose el conocimiento de los/as trabajadores/as-profesionales frente a las personas mayores “usuarias”, donde las necesidades afectivas-sexuales, no son criterios prioritarios, y mucho menos cuando se habla de diversidad sexo-genérica. Este modo conlleva a que las y los profesionales adopten una serie de actitudes y comportamiento que refuerzan las situaciones de discriminación y rechazo o la percepción de trato inadecuado, a la que hay que sumarle que la formación en diversidad afectivo-sexual y de género no es fundamental ni prioritaria para desempeñar su labor en los recursos para mayores (Villar et al., 2017). A ello debemos de añadirle las personas con las que comparte el espacio del recurso y sus familias, teniendo en cuenta que esas y esos mayores LGTBI, que un día salieron a la calle a reivindicar sus derechos y libertades, donde los planteamientos sociales y culturales no era los más favorecedores, han de compartir y/o convivir en el mismo espacio, con personas que negaban, rechazaban y ejercían un trato no igualitario sobre ellas y ellos (Villar et al., 2017).  

Un conjunto que puede generar problemas para profesionales, familias y las propias personas mayores implicadas, por la falta de conocimiento y por una cierta tendencia a considerar que al cumplir cierta edad esos aspectos ya nos son importantes: “no gusta construir la sexualidad/afectividad de las personas mayores”, provocando la “vuelta al armario” de las personas LGTBI. Por ello, algunas personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales e intersexuales, consideran un avance significativo la creación de recursos residenciales específicos (sensibles hacia la diversidad afectivo-sexual, identidad sexual y/o expresión de género), como es el caso de la iniciativa de la Fundación 26 de Diciembre de la creación de la primera residencia para mayores LGTBI “Josete Masa” en Madrid (Columbia, 2021). 

¿Es realmente la solución para las personas mayores LGTBI la creación de recursos específicos para su vejez? ¿No se estaría perpetuando las situaciones de discriminación, rechazo, trato no igualitario e invisibilización, producto de la falta de aceptación de una realidad de la sociedad: el derecho a elegir libremente como vivimos nuestra afectividad, sexualidad, identidad y su expresión? 

Aunque se aprecia cierto debate y reconocimiento que las relaciones afectivos-sexuales existen en la vejez (García, 2018), aún queda mucho camino que recorrer en los recursos para mayores. Un primer avance sería incluirlas e incluirlos en la gestión y organización del recurso. Sus opiniones, percepciones y planteamientos son importantes. Del mismo modo, el tratamiento y abordaje de la afectividad-sexualidad, así como la diversidad sexo-genérica, como parte vital de la persona, se hace necesario, abordando de manera abierta la sexualidad en la vejez, por un lado, y por otro desterrando prejuicios, discriminaciones y rechazos ante la diversidad. Para ello es importante la formación de las personas-profesionales que trabajan en los recursos, así como las personas que hacen uso de estos. Todo ello desde un planteamiento integrador, donde se apueste por un modelo de cuidados centrado en todos los procesos importantes y vitales de la persona, contribuyendo con ello que las personas mayores LGTBI se puedan expresar libremente, e incluso que puedan iniciar relaciones en los recursos como cualquier otra persona.  

BIBLIOGRAFÍA

Alonso Sánchez, J. F., y Muyor Rodríguez, J. (2020). La homosexualidad en las 

personas mayores: vivenciando narrativas en torno a las discriminaciones y 

prácticas resilientes. Trabajo Social Global-Global Social Work, 10(18), pp. 46-71. 

Centro Nacional de Recursos Sobre el Envejecimiento en Personas LGTB. (2014). Servicios Inclusivos para Personas Mayores LGTB Una guía práctica para crear agencias acogedoras. Services and Advocacy for GLBT Elders – SAGE. [En línea https://bit.ly/2VPgQoy]. 

Vallejo de Castro, C. (Director). (2018). Amarillo, peligrosos y enfermos (Episodio 1). En Vallejo de Castro, C. Nosotrxs somos. Playz. RTVE.es. 

Columba Jerez, A. (11 de febrero de 2021). La primera residencia pública del mundo para mayores LGTBI+ situada en Madrid. Madrilánea.comhttp://madrilanea.com/2021/02/11/la-primera-residencia-publica-del-mundo-para-mayores-lgtbiq-en-madrid/ 

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FELGTB, Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales. (2019). Mayores LGTBI: Historia, lucha y memoria. FELGTB. [En línea https://bit.ly/3gweXqF]. 

García Albertos, M. (2018). Mayores y diversidad sexual: entre la visibilidad y el 

derecho a la indiferencia. Revista Prisma Social, 21(1), pp. 123-148. 

Gimeno, B. (2004). Vejez y orientación sexual. Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales [En línea https://bit.ly/3qBj355]. 

Platero, R. (2014). Transexualidades: Acompañamiento, factores de salud y recursos educativos. Barcelona: Bellaterra. 

Sagrera, M. (1992). El edadismo: contra «jóvenes» y «viejos». La discriminación 

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Villar, F., Celdrán, M., Fabà, J., Serrat, R., y Martínez T. (2017). Sexualidad en entornos residenciales de personas mayores. Guía de actuación para profesionales. Guías de la Fundación Pilares para la autonomía personal, 3. Madrid.