LOS DESAPARECIDOS
No es cuestión de cifras, se trata de personas
Posiciones desde el Trabajo Social
Autor: Jesús Acevedo Alemán
Resumen
Frustración, enojo, miedo, esperanza, incertidumbre, tristeza, confusión, desesperación, decepción, impotencia, búsqueda e indignación; es complejo enmarcar en una sola emoción, aquello que nuestros sentidos perciben frente a la desaparición de un familiar, o de un ser querido; es complejo hablar de empatía, si no se ha estado frente a dicho suceso; pero lo cierto es que, el sumarnos desde nuestra trinchera puede contribuir a marcar la diferencia. En tal sentido, el propósito del presente texto es situar en la reflexión el tema de los Desaparecidos en México, como parte de una tarea de todos, pero particularmente del Trabajo Social, disciplina que sienta sus bases en principios humanistas, que nos ofrece las congruencias de actuación profesional.
Las desapariciones en México
En México según él Comité contra las Desapariciones Forzadas de las Naciones Unidas (CED) indicó que, durante el 2022, sumaron alrededor de las 100 mil desapariciones; dato registrado a partir de los recorridos en 13 estados y de las 88 reuniones con autoridades de los tres niveles de gobierno, así como con colectivos de víctimas, además de participar en Jornadas de Búsqueda de Personas (Radio fórmula, 2022).
Por su parte, el Comité contra la Desaparición Forzada, ONU-DH (CDF) señaló que, hasta el 26 de noviembre de 2021, día en que concluyó su visita a México, se tenía registro de 95 mil 121 casos de Personas Desaparecidas. Destacó que poco más del 98 por ciento de todos los casos de desapariciones ocurrió en los últimos 15 años, entre el año 2006 y el 2021. Datos que de acuerdo con el Comité contra la Desaparición Forzada evidenciaron la estrecha relación entre el incremento de las desapariciones y el inicio de la llamada ‘guerra contra el narcotráfico’, que se produjo durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón. Agregando, que dicha cifra de desapariciones se incrementó cada día, por los continuos embates del crimen organizado, así como por la presencia de dichos grupos delictivos en el país, y su pelea por el control de las plazas y el poder económico del territorio (Radio fórmula, 2022).
Ahora bien, de acuerdo con el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) de la Secretaría de Gobernación (Fiscalía General de la República, 2023), al 24 de diciembre de 2022 en México se registraron 109 mil Personas Desaparecidas o no localizadas, de las cuales 14 mil fueron registradas en 2022, es decir, el 13.1% del total. Lo que significa, que en 2022 en promedio desaparecieron mil 197 personas al mes, 40 personas al día, 1 persona cada 36 minutos; cambiando la vida de una familia en México cada 36 minutos durante dicho año (Alatriste, 2022).
Según datos de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos (Cadhac) del estado de Nuevo León, México, indican que, la mayoría de las Personas Desaparecidas tienen un rango de edad de entre 20 y 32 años, y contrario a la creencia popular, un 87% de ellos, no están relacionados con la delincuencia organizada; representando ese denominado “daño colateral” por las mismas disputas de las plazas y el control a través del miedo. De acuerdo con registros de la Fiscalía General de la misma entidad, del 2009 a la fecha, hay mil 483 personas desaparecidas; durante el 2019 se reportaron 43 casos, de los cuales 23 son de este año y las otras 20 corresponden a años anteriores (Pulimetro, 2019).
Ahora bien, de acuerdo con la Fiscalía General de la República (FGR) y derivado de sus investigaciones sobre el crimen y las redes del narcotráfico en México indican que, existe la presencia de nueve cárteles y 37 células criminales que estarían operando en el territorio nacional (imagen 1). De acuerdo con sus pesquisas, no en toda la República hay presencia de grupos del narcotráfico; reconociendo que no es concluyente dicha aseveración, ya que en 15 estados no hay información concluyente sobre la presencia criminal, en tanto que en los 17 restantes operan estas organizaciones.
Destacándose entre los principales grupos delictivos los cárteles: del Pacífico, de los Arellano Félix, de la Familia Michoacana; de los Carrillo Fuentes, de los Beltrán Leyva, de los Zetas, del Golfo, los Caballeros Templarios, y Jalisco Nueva Generación (imagen 1). Geografía de grupos que según la FGR se ha venido combatiendo a lo largo de los años. Sin embargo, dicha lucha, ha generado violencia en todos los sentidos, no solo por parte de los mismos grupos delictivos por sus disputas de plazas y control, sino también por parte de los grupos castrenses del gobierno mexicano, quienes no están exentos de la corrupción. Que según el Índice de Integridad de la Defensa del Gobierno 2020 (GDI, por sus siglas en inglés), la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) es uno de los organismos mexicanos de defensa y seguridad con un riesgo alto de corrupción. Sosteniendo dicho organismo que, a partir de su evaluación posiciona a México en un riesgo “muy alto” de corrupción en las áreas de defensa y seguridad, de acuerdo con el Informe de la Organización de Transparencia Internacional (TI), la cual evaluó a 86 países de todo el mundo (Multimedios Ambar, 2021).
La violencia, una pandemia sin vacuna aparente
Lo anterior, pone en perspectiva la estrecha relación que se tiene entre las Desapariciones Forzadas, los secuestros, y ajustes de cuentas, frente a una respuesta gubernamental que se ve rebasada, y que a fin de cuentas, representa el caldo de cultivo para la generación de más violencia. La cual inhibe los desarrollos sociales, e involuciona los contextos, ya que detiene las actividades económicas, educativas y de toda naturaleza social; deprime por el miedo, y el terror las actividades productivas de las localidades, desde los pequeños comercios, hasta las grandes empresas, las cuales son victima de la rapiña urbana, y se vuelven rehenes de los grupos organizados; traducido en violencia extrema, desapariciones, ajustes de cuentas, y demás hechos delictivos.
Cabe destacar, que en el nuevo escenario que se vive en México, hablar del crimen organizado ya no es aludir exclusivamente de quienes están involucrados con el narcotráfico o con actividades derivadas del mismo; más bien es describir un nuevo tipo de organizaciones, cuya expansión y evolución ha ocurrido en la medida en que han incursionado en diferentes actividades ilícitas para mantener su estructura y dominio territorial; situación que funciona como incentivo para explorar nuevos mercados y diversificar sus actos ilícitos en tanto esto les provea dinero, control y financiamiento, es decir, que ante las desarticulaciones que se puedan dar, por la captura de los lideres, dichos grupos se reorganizan y se polarizan, permitiendo esto, el sobrevivir, expandirse y trascender en el tiempo. Incluyendo dentro de dichos mecanismos los secuestros, los levantones, las desapariciones forzadas, los ajustes de cuentas o enfrentamientos armados a plena luz del día, paralizando a ciudades enteras a partir de los toques de queda, para evitar ser una victima de los daños colaterales.
Ahora bien, según la Fiscalía General de la República (FGR) expone que, en la dinámica de dispersión territorial de los grupos delictivos se observa que, por un lado la violencia extrema aumenta los riesgos en el negocio de la droga, pero a su vez, representa para dichos grupos nuevas ventajas de oportunidades; consolidando a ciertos grupos, frente a otros en su capacidades financieras y control territorial. Es decir, que a pesar de las disparidades de poder, el negocio de la violencia permitió mayor presencia y consolidó la actividad delictiva; que según la FGR se dio en los últimos años, un aumento en el número de eventos, donde la violencia en las organizaciones fue una característica fundamental. Tales hechos, frente a la actuación del Estado se tornó compleja, sobre todo en las capacidades para combatir a tantas pequeñas fracciones de estos grupos delincuenciales; condición que debilita la posibilidad del gobierno para intervenir, efectivamente, en una diversificación de grupos fragmentados (Indigo, 2020).
Por lo anterior, se puede aseverar que el contexto de la violencia extrema que se vive en el país se reforzó, en lugar de debilitar, la lógica que desde siempre definió al narcotráfico; ser un cuerpo que está en constante reconstrucción y habituado a convivir con la muerte. Esto hace que la violencia y el territorio se encuentren en un escenario en constante movimiento. Lo que incentiva que los acuerdos, las venganzas y las dinámicas en el interior de los mismos grupos respondan, cada vez más a nuevas estrategias de sobrevivencia, las cuales van más allá de la relación con el otro grupo. Por el contrario, es una dinámica más compleja de la guerra donde se pelea por la vida y la perpetuidad como organización en el tiempo y en el espacio; lo que lleva a incorporar nuevas prácticas que se construyen y reconstruyen rápidamente para no ser percibidos por el enemigo; invirtiendo en sus capacidades tácticas, tecnológicas, y armamento, superior en la mayoría de las ocasiones al de los grupos de orden público y militares; que a fin de cuentas, pareciera que dicha pandemia no cuenta con una vacuna, aumentando cada vez mas el número de victimas y familias que sufren los embates de tales confrontaciones (Fuerte, 2016).
Los desaparecidos y Trabajo Social: sumando esfuerzos
La complejidad que representa el lidiar en los escenarios de violencia extrema, cada vez más, nos presenta desafíos y abre brechas de las desigualdades, entre pugnar por una cultura de paz, frente a la creciente y evolucionada cultura de la violencia extrema.
Los desafíos y la frustración que pueden emanar de la búsqueda de los Desaparecidos, así como el desarrollar proyectos sociales ante los espacios sitiados por las confrontaciones armadas, y la pugna por la lucha por los territorios y el control económico; contextos que abiertamente nos rebasan a todos los sectores, donde se identifica claramente a una sociedad que no busca Programas Asistenciales bien intencionados, o Servicios Paliativos de sus necesidades sentidas. Ante la violencia extrema y las desapariciones forzadas, la sociedad se paraliza y se atrinchera por el miedo real, ante los embates de los grupos delictivos, la lucha de las plazas y el control económico.
Sin embargo, pese a que el escenario puede ser tormentoso o gris, o la esperanza vapuleada por la frustración de las respuestas institucionales, si algo nos han mostrado los más de 120 Colectivos de Madres y Familiares que buscan a sus Desaparecidos en el País (Rosagel, 2021). Es que la esperanza de encontrarlos nunca declina, y con resiliencia, fortaleza y fe, se podrá lograr el objetivo, sin importar el tiempo, ni los recursos. Pero podría ser más llevadero, y contribuir de manera eficiente, con ayuda de toda la sociedad, en todos sus niveles y sectores.
El buscar en todos lados, el ser protagonistas de las cruzadas, el mostrar valentía sumada, el conformar una red nacional de información y de empatía, el participar activamente en las búsquedas por muy dolorosas y atemorizantes que parezcan; como el indagar en los Servicios Médicos Forenses (semefo) para identificar restos; o el buscar en las fosas clandestinas, con apoyo de la seguridad pública debido a la presencia o el resguardo de los grupos delictivos; el conformar redes humanitarias entre los conocidos, entre la sociedad en general, y conformar bases de datos por referencias; por reportes de notas rojas de los diarios locales; el conformar bases de información derivada de las divulgaciones no oficiales de los mismos grupos delictivos (entre los grupos rivales divulgan información sobre las desapariciones, es una lucha de poder constante), entre otras acciones, ya sean planeadas, creativas u orgánicas o de sentido común. Reconociendo que la lucha es por la búsqueda de los seres queridos, no por la del control o poder; el aliciente y esperanza de encontrarlos vivos, o solo encontrarlos ya es un respiro para continuar la búsqueda.
Es imperante el reconocer que dentro de las Desapariciones pueden participar varias personas, o ser por varias vías donde: se capta, se engancha, se transporta, se transfiere, se retenga, se entregue, se reciba o aleje a una o varias personas con fines de explotación; y dentro de esa cadena puede haber un eslabón que conduzca hacia la recuperación del ser querido. Recordando de igual forma, que en el Enganche, imperan las promesas de amor, promesas de fama, promesas de trabajo, se usan los sueños y se manipulan por los miedos. Subrayando de igual forma, que al estar participando en alguna transacción de sexo servicio, o de prostitución, no se tiene la garantía, de que se esté participando en la explotación sexual o trata; o se esté participando en la esclavitud sexual; porque alguien puede estar lucrando con dicha compra venta.
Por lo anterior, las Desapariciones vienen representando una realidad, que nos compete a todos, la omisión o negligencia, nos sitúa en grados de corresponsabilidad, ante lo cual, debemos participar en la medida de nuestras capacidades, fortalezas, y competencias personales y profesionales. De ahí, que disciplinas como el Trabajo Social adquiere una responsabilidad mayúscula, por su sentido humanista y por su propia naturaleza de actuación profesional.
A MANERA DE CONCLUSIÓN.
Ante tal escenario y hechos, es relevante enunciar que la responsabilidad que se adquiere, que no está exenta de los riesgos, ante los cuales, el propio profesional debe estar consiente de ellos; estar en alerta permanente de las dimensiones e implicaciones que conllevan los contextos de violencia extrema, donde se pueden suscitar las Desapariciones forzadas. Recordando que lo importante, es el denunciar, no quedarse callado, empatizar, establecer en distintos niveles, particularmente dentro de las familias mejores mecanismos de comunicación, acompañamiento, rastreo, triangulando las ubicaciones de los mismos integrantes; bajo el entendido, que no hay medidas que sobren, para garantizar la tranquilidad de la misma familia.
En principio, se debe de reconocer que todos podemos aportar desde nuestros talentos, competencias y habilidades para erradicar las Desapariciones, y a su vez, para encontrar a los Desaparecidos, se podría comenzar con pensar e instrumentar algunas de las siguientes directrices:
- Se deberá continuar fortaleciendo a las instituciones, sus procesos de búsqueda e investigación, a través de recursos y capacidades técnicas y tecnológicas para las búsquedas, donde las dependencias responsables de los suministros asuman dicha responsabilidad con seriedad y prontitud;
- Es de suma importancia el garantizar la coordinación sistemática y efectiva de las instituciones públicas, junto con la Sociedad Civil y los Colectivos de Búsqueda, misma que posibilite el generar bases de datos, y ubicaciones con acciones concretas;
- Se deben de remover todos aquellos obstáculos que impidan la judicialización de los casos de Desaparición forzada;
- Se deberá atender debidamente a las Desapariciones ocurridas en el contexto migratorio, tema oculto y lleno de vacíos;
- En todos los niveles y sectores, se debe de facilitar los procesos de búsqueda, investigación, reparación y memoria relacionados con los casos de larga data.
- Se debe considerar el atender la crisis forense (recursos humanos, capacidades técnicas y tecnológicas, e insumos, entre otros), por parte de las instancias correspondientes;
- Se debe facilitar el acceso a la búsqueda, verdad, justicia y reparación con enfoque diferencial, viendo no a los casos, sino a las personas, en sus justas particularidades;
- Se debe de reconocer el papel de las víctimas, y sus familias, y atender debidamente sus necesidades de atención y protección en sus reales dimensiones;
- Se debe de proteger a los servidores públicos y a todos aquellos actores involucrados en las búsquedas e investigaciones, recordando que viven bajo un riesgo latente de ser víctima de los grupos delictivos, o implicados en las Desapariciones;
- Se debe atender las deficiencias de los registros como estrategia de prevención y erradicación de las desapariciones, el no contar con la información pertinente obstaculiza en vez, de contribuir a las búsquedas;
- Entre otras.
Finalmente reconocemos que las soluciones cosméticas, podrán ser bien intencionadas, pero abonan más a la incapacidad y frustración, que a la solución de las necesidades, por lo cual debemos de ser claros y éticos en nuestras intenciones y alcances de intervención o actuación profesional. De igual forma, se reconoce que la presencia militar, o de la seguridad pública no es sinónimo de tranquilidad o de control; se tiene que traducir en acciones y garantías de paz social, las cuales nos ofrezcan las condiciones de incrementar nuestras acciones, sin el temor de las represiones, o el vivir bajo una cultura de miedo permanente.
Todos podemos hacer la diferencia, todo es cuestión de sumarnos.
REFERENCIAS
Alatriste, Alejandro (2022). Cifra dolorosa de México: 14 mil desaparecidos en 2022. https://www.m-x.com.mx/investigaciones/cifra-dolorosa-de-mexico-14-mil-desaparecidos-en-2022#!
Fiscalía General de la República (2023). Información Estadística sobre Desaparición de Personas. https://www.gob.mx/fgr/acciones-y-programas/informacion-estadistica-sobre-desaparicion-de-personas
Fuerte Celis María del Pilar (2016). Geografía de la violencia en México. Un acercamiento a la reconfiguración territorial de la violencia generada por el crimen organizado. Cuadernos de Trabajo del Monitor del Programa de Política de Drogas, 2016, Open Society Foundations https://www.politicadedrogas.org/PPD/documentos/20161106_164436_15_geografi%CC%81aviolenciafinal_281016.pdf
Índigo (2020). La geografía del crimen en México. https://www.reporteindigo.com/reporte/la-geografia-del-crimen-en-mexico-informes-desactualizados-diferencias-seguridad/
Multimedios Ambar (2021). Grupos castrenses de México tienen alto riesgo de corrupción. https://ambarmultimedios.com.mx/2021/11/18/grupos-castrenses-de-mexico-tienen-un-alto-riesgo-de-corrupcion/
Pulimetro (2019). Jóvenes víctima de las desapariciones. https://www.publimetro.com.mx/mx/noticias/2019/11/10/jovenes-perfil-victimas-desaparicion.html
Radio Fórmula (2022). Desaparecidos en México: Reportan 95 mil casos y en 2022 van otros 3 mil. https://www.radioformula.com.mx/nacional/2022/4/12/desaparecidos-en-mexico-reportan-95-mil-casos-en-2022-van-otros-mil-508890.html
Rosagel, Shaila (2021). Hay 120 colectivos de madres buscadoras y familiares que buscan a sus desaparecidos en el País: CNB. https://www.elimparcial.com/mexico/Hay-120-colectivos-de-madres-buscadoras-y-familiares-que-buscan-a-sus-desaparecidos-en-el-Pais-CNB-20210129-0030.html