UNA MIRADA DIFERENTE PARA TRABAJAR EN DIVORCIOS CONFLICTIVOS DESDE LOS SERVICIOS SOCIALES MUNICIPALES
Isabel Jiménez Cabello
Resumen
La separación o divorcio es un proceso de transición en las familias que provoca un gran impacto en todos sus miembros. El fin de la convivencia en familia supone momentos de agitación, angustia emocional, confusión, sentimientos de pérdida, inseguridad y de tensas relaciones entre todos los sujetos.
Algunas características que definen los divorcios conflictivos pueden ser: las relaciones donde el conflicto perdura en el tiempo, donde se establecen dinámicas muy destructivas, se interrumpen las relaciones con los/as hijos/as, existe una gran hostilidad y el diálogo entre los hijos/as y sus padres se da de manera inconsistente o con gran dificultad.
En un divorcio conflictivo se establecen dinámicas muy destructivas entre los miembros de la expareja, anulando el diálogo y creando situaciones hostiles y estresantes para los y las menores.
A menudo estas situaciones, por esas dificultades de entendimiento, llegan a los juzgados solicitando a los servicios sociales valoración de la situación de riesgo de los y las menores. La complejidad de la situación hace que nos planteamos otras maneras de abordar la intervención para evitar, en la medida de lo posible, el sufrimiento de las niñas, niños y adolescentes y el de los padres/madres implicados.
Palabras clave: Familia, Divorcio conflictivo, Menores, Servicios sociales, Intervención social.
Introducción
La familia es un concepto que ha sido definida por numerosos autores, Minuchin define el término como: la familia no es una entidad estática, sino que está en constante movimiento, por lo que la evaluación debe centrarse en la interacción familiar y dentro de la estructura familiar, un elemento importante que considerar es la observación de los límites.
Según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los juzgados de familia y primera instancia, con competencia de familia, en España tuvieron en 2023, 76.685 divorcios, de las cuales el 18,4 por ciento fueron de forma contenciosa.
Cada vez con más frecuencia vemos casos de divorcios difíciles en los que la situación está sumamente judicializada llegando incluso a solicitar desde los Juzgados de menores y Fiscalía provincial valoración de la situación de riesgo de los menores. Situaciones en las que la intervención resulta compleja ya que existe una “guerra” entre los padres, habiendo dos bandos desde los cuáles resulta complejo llegar a acuerdos.
Estas situaciones para los y las menores son complicadas ya que se les pide que vivan en dos historias diferentes (una con cada padre/madre) con normas, hábitos, horarios, a veces municipios diferentes presentado, en ocasiones, malestar emocional, sentimientos de soledad, intentos autolíticos. Mientras, los padres viven en su única y propia historia. Nuestra labor como trabajadores sociales en estas situaciones con tanto estrés, siendo un proceso destructivo del amor, de los vínculos y de las conexiones, es buscar la manera en la que podamos trabajar con personas que piensan que es el otro el que tiene el problema y que ellos no tienen nada que ver, intentando evitar que los menores resulten dañados de tal guerra entre sus padres.
El trabajo con familias que continúan en una amarga disputa después del divorcio es para los trabajadores sociales expertos de familia, pareja y niños una de las áreas más complicadas de su práctica. Desconfianza, paranoia, y tomar una actitud defensiva por uno o por ambos progenitores, frustra la creación de una relación terapéutica de seguridad en el que el trabajo podría ayudar. La continuación de las luchas legales o la amenaza de nuevos procedimientos legales, con el estrés y las consecuencias económicas que esto supone, complica la dinámica (Van Lawiick y Visser, 2015).
Propuestas de trabajo basados en el método de Justine Van Lawick “No kids in the middle” (Sacar a los chicos de en medio) podrían ser efectivos en la práctica del trabajo social con familias en divorcios conflictivos. A continuación, se expondrán algunas de las ideas básicas de este modelo que se podría trasladar al trabajo con familias en procesos de divorcios conflictivos desde los servicios sociales municipales. Los principales principios son: sacar a los chicos de en medio, trabajar en grupos, parar los procesos legales, crear espacios libres para las interacciones e inclusión de la red social y familiar.
Trabajar en grupos
Uno de los beneficios de trabajar en grupos es el impulso del cambio social y el desarrollo comunitario para abordar problemas comunes que afectan a los miembros del grupo a través de la comunicación y el diálogo.
Van Lawick propone trabajar en 2 grupos, por un lado, el grupo de padres litigantes y por otro el de menores.
Las exparejas que participan en estos grupos observan a otras exparejas luchando, mientras observan al mismo tiempo sus propios conflictos. Esto anima e invita a la reflexión. En el contexto del grupo en el que todos están pasando por una situación similar pueden ayudarse mutuamente. Los conflictos entre las exparejas son comunes: días de vacaciones, horarios, economía, cumpleaños, fiestas. Cuando estos conflictos surgen pueden ver las posibilidades donde otros se quedan atascados. Cuando ayudan a otros miembros del grupo a desatascar estas dificultades de alguna manera se están ayudando a sí mismos a gestionar sus propios problemas similares.
Por otro lado, el grupo de menores cuyo objetivo principal es darles voz, favoreciendo la expresión del dolor sin estar atrapados por la lucha de los padres. Para ello se utilizan técnicas artísticas para permitir la expresión de los sentimientos. Al igual que con el grupo de padres saber que otros menores están pasando por una historia parecida minimiza su malestar. En estos grupos participan jóvenes que ya han pasado por una situación similar y comparten su experiencia con el resto.
Cese de los procedimientos legales
Otro aspecto que se propone es el de no intervenir si el proceso de divorcio está judicializado condición importante para que no existan interferencias ni luchas de poder extras.
Los procesos judiciales, a menudo, suman a que la dinámica destructiva y demonizante perdure en la lucha parental. Además son contextos en los que se gana o se pierde no siendo compatible con una intervención social para el bien común de sus hijos. Por ello y para que se puedan establecer entornos más dialogantes y de confianza es necesario que no esté en marcha ningún proceso legal abierto. Con esto se les da a los padres la responsabilidad de cambiar el contexto de sus hijos sin presiones de los jueces o los mecanismos de protección.
Espacios libres de interacciones
Espacios para las propias familias sin profesionales de por medio, espacios en los que los hijos pueden coincidir con ambos progenitores. En estas situaciones de divorcios conflictivos se crean dinámicas en la que los menores pasan largas periodos de tiempo sin ver a alguno de los progenitores, o incluso, después de un divorcio conflictivo los hijos nunca más vuelven a ver a sus padres juntos. El crear un espacio en el que se puedan mezclar las familias y los chicos supone que los menores puedan estar con ambos progenitores en un mismo lugar sin la lucha de por medio.
Red social y familiar
Otro aspecto a tener en cuenta para tener éxito en los divorcios conflictivos es incluir a la red sociofamiliar, abuelos/as, ti/as hermanos/as, nuevas parejas, amigos/as, compañeros/as del colegio. A veces la red social se posiciona en uno de los “bandos” aumentando con ello la crispación y el estrés en la familia. Van Lawick y su equipo mantienen sesiones con la red familiar para explicar el proceso por el que están pasando las familias y les piden apoyo para que no haya interferencias en la relaciones que se establecen con el entorno más cercano.
Conclusiones
Una separación de pareja supone una crisis de transición cuyo resultado puede acabar en un divorcio conflictivo. El conflicto en si no es un concepto negativo, puede ser el paso final para dejar atrás una situación en la que la expareja no era feliz.
Desde los servicios sociales a veces se impone trabajar con familias en los que los procesos de divorcio están muy judicializados, llegando a suponer una situación de riesgo en los menores.
La dificultad en el trabajo con familias en procesos de divorcios conflictivos hace que desde el Trabajo Social nos planteemos formas diferentes de intervención más allá de la mediación. Para pasar de la confrontación al diálogo sería necesario crear espacios dialogantes, terapéuticos y seguros para los padres, los hijos y para la red, con el fin último de conseguir que la pareja se separe emocionalmente pero que continúe activa y conectada en la coparentalidad.
El modelo de Van Lawick y Visser se basa en principios como el trabajo en grupos tanto con los padres como con los hijos, el cese de los procesos judiciales y la inclusión de toda la red socio-familiar de la familia.
El objetivo para cumplir con este modelo sería el de cambiar la mirada sobre los padres del divorcio difícil “son animales heridos” defendiéndose el uno del otro. Además se tendría que focalizar la intervención no sólo en el sufrimiento de los niños, que también, si no de los padres/madres.
Referencias Bibliográfícas
- Minuchin,S. (2009). Familias y Terapia familiar. Gedisa.
- Norberto Barbagelata (2024, octubre 18). Taller Tratamiento de los divorcios difíciles: Un desafío y una aventura para la prevención en la salud mental. Unión de asociación de familiares.
- Van Lawick, J., y Visser, M. (2015). Sin chicos por medio. Trabajo dialogante y creativo con padres y chicos en el contexto de los divorcios altamente conflictivos. Revista Australiana y Nueza Zelandesa de Terapia Familiar, 36(1), 33-50.