Mujeres marroquíes víctimas de Violencia de Género en España  

 MUJERES EN MANO DE “MACHOS ALFAS”  

Autora: Manuela Martín Gómez

RESUMEN 

En el presente artículo se hará un recorrido para conocer la situación de estas mujeres, una vez que llegan a España, qué protocolos se siguen, las limitaciones que tienen, los beneficios que pueden adquirir y su vida en España una vez interpuesta la demanda o bien una vez separada del maltratador, se mostrarán también algunos datos estadísticos para comparar.  Se analizará también el  papel de los y las  profesionales en todo este recorrido, desde el primer médico o médica  que la atiende, pasando por  la policía, trabajador o trabajadora social, hasta el último o última profesional. Finalmente, se realizará una breve comparación entre las medidas que deben de seguir estas mujeres y las limitaciones que tienen y los derechos fundamentales recogidos en la constitución española.  

Palabras claves  

Violencia de género, mujeres maltratadas, maltratador, derechos fundamentales, seguimiento.  

Las mujeres son una parte esencial de la vida y juegan un papel fundamental en nuestra sociedad, por lo tanto, el colectivo de mujeres víctimas de violencia de género son un colectivo “especial” y unas grandes luchadoras de la vida, dignas de admirar. Mujeres que ven arrebatadas su vida por culpa de unos “machirulos” acomplejados, infelices, que no soportan ver como una mujer triunfa en la vida mientras que él es un fracasado, esa es la realidad.  

Por desgracia, a día de hoy se siguen viviendo estas situaciones, y numerosas mujeres tienen que seguir luchando o por lo menos intentándolo para poder salir viva de “esa batalla” que les tocó vivir. Pero no en todos los países ni en todas las culturas tienen la misma visibilidad estas mujeres, por eso el artículo va sobre mujeres marroquíes víctimas de violencia de género, para dar voz a todas estas mujeres que sufren violencia, la han sufrido y a las que por desgracia ya no pueden alzar su voz. Lo que se pretende con este artículo es que se conozca la realidad de estas mujeres independientemente de la cultura y del país al que pertenezcan, todas son mujeres y como tal se deben de tratar.  

La violencia de género no se normaliza e invisibiliza en Marruecos hasta la década de los 90, por lo que no apareció en la agenda pública ni formó parte del debate político. Esto es muy común en las sociedades donde son típicas las estructuras patriarcales, donde el hombre es “el rey” el que manda y dispone en todos los ámbitos y las mujeres son unas mandadas, sumisas a manos de “los reyes” del país (Pérez, 2020). 

Proporcionar datos acerca de la violencia de género en Marruecos es bastante complicado, debido a los graves problemas asociados con la recopilación y el procesamiento de la información, por lo tanto los datos que se proporcionan no son muy fiables. Normalmente las estadísticas se elaboran a partir de las denuncias, en el marco de cuatro instituciones oficiales: el Ministerio de Justicia, el Ministerio de Salud, la Dirección General de Seguridad Social y Gendarmería Real.  Por lo tanto, debido a la falta de información y de sistematización, no se lleva a cabo un correcto proceso de recogida de información y tratamiento de la misma, esto da lugar a que los datos que están registrados acerca de esta problemática social no refleja la realidad que se da en la sociedad marroquí, por lo tanto, deduzco que esta realidad aún no está subsanada (Pérez, 2020). 

Cada año que pasa aumenta el número de denuncias interpuestas por estas mujeres, que ese número de denuncias no es el total de casos de violencia de género, ya que infinitas mujeres no denuncian y no contabilizan en las estadísticas, los datos ofrecidos por estas instituciones mencionadas anteriormente solo son de las mujeres que interponen una denuncia, el número de denuncias que se han registrados en las sedes judiciales por violencia de género no ha parado de aumentar en los últimos años, siendo en 2013 el número de denuncias de 11.301 a pasar a 2017 a 16.690. Lo cierto, es que un aumento en el número de denuncias también indica, un aumento de rechazo a la violencia de género por parte de las propias mujeres víctimas y la sociedad en general (Pérez, 2020). 

Los datos que proporciona el Ministerio de Salud, apunta que el número de mujeres hospitalizadas por violencia física, también aumenta cada año. Por otro lado, la violencia de género es muchísimo mayor en el medio urbano que en el medio rural, esto está relacionado con las estructuras patriarcales que se suelen dar más en el medio rural, pero como la tasa de alfabetismo de estas mujeres es muy alta también hace que se invisibiliza este tipo de violencia, de ahí a que no sean conscientes del todo que están sufriendo violencia de género (Pérez,2020). 

Es muy importante destacar, que no se identifique la violencia de género contra las mujeres como violencia doméstica, ya que es una realidad que va más allá de todo eso y mucho más compleja. Puesto que la violencia de género contra las mujeres no se da sólo en el seno familiar, también se da esta violencia en espacios públicos, en los puestos de trabajo, etc… 

La violencia de género incide más en el medio urbano que rural, la violencia que más se ejerce es la sexual, conyugal y psicológica y afecta más a las mujeres menores de 35 años, que se encuentran en una situación de desempleo y normalmente sufren agresión física en público (Pérez, 2020). 

Marruecos no ha hecho nada como muchos países, otros  que han implementado  acciones y estrategias gubernamentales para combatir múltiples formas de violencia, ya que la dominación masculina del sistema ha resultado en que las mujeres sean objeto de violencia simplemente por ser mujeres. Al hacerlo, esta violencia no solo viola los derechos fundamentales de las mujeres en materia de  dignidad, de igualdad, de  justicia y la libertad, sino que también sirve como una herramienta útil para hacer cosas firmemente establecidas en las relaciones de poder e ideológicas, y perpetuar las estructuras de legitimidad cultural, que las discriminan y las someten a la voluntad de los hombres.  

El problema es que esta ruptura ideológica y el dominio político de las tendencias islamo-islamistas, siguen contribuyendo a la normalización de las relaciones violentas, especialmente en el ámbito conyugal, y la estigmatización de las mujeres víctimas. No podemos justificar esta sociedad con argumentos religiosos, nacionalistas o identitarios, estos argumentos no deberían de servir de coartada para continuar con el mantenimiento de una sociedad injusta, discriminatoria y violenta contra las mujeres, estas ocupan más de la mitad de la sociedad.  

Las mujeres marroquíes víctimas de violencia de género son un colectivo que sufren riesgo de exclusión, y están bajo el manto de numerosos factores de riesgo, y es que estas mujeres tienen “un plus” y es que son extranjeras, lo cuál dificulta más su situación, puesto que se encuentran en España y aumentan los factores de riesgo que “las persiguen”, estas mujeres se ven inmersa en tal situación que en ocasiones prefieren seguir estando con su maltratador, porque no ven otra salida (Arnoso et al., 2012). 

Toda mujer extranjera que quiera vivir legalmente en nuestro país, necesita un permiso de residencia, que a priori este no es un factor de riesgo, ya que no necesita del agresor para serle concedido este permiso, siempre y cuando sea un permiso independiente, pero si la mujer quiere cambiar de provincia o de trabajo para permanecer lejos de su agresor y que este no la encuentre, hay esta el problema, que su tarjeta inicial puede tener limitaciones geográficas y de actividad,  por lo tanto no podía trasladarse. En el caso de las mujeres que solicitan el permiso de residencia vinculado con su pareja (situaciones administrativas dependientes), en este caso si existe un factor de riesgo, puesto que tiene que convivir con el agresor, esto ocurre cuando las mujeres extranjeras se encuentran en una situación irregular, y no tienen cómo cambiar dicha situación. Estas mujeres tendrían que denunciar una situación de violencia, para que fuera puesto en manos de las autoridades y así poder optar por un permiso de residencia independiente en el caso de que una sentencia acreditar esta situación, y tenían además que acreditar medios económicos, que esto último se cambió en la reforma de la Ley de Extranjería, ya no se necesita acreditar medios económicos (Arnoso et al., 2012). 

Estas mujeres no cuentan con apoyo social ninguno,  y en el caso de algunas es muy bajo, esto también es un factor de riesgo, ya que el apoyo social es muy importante a la hora de hacer frente a diversas adversidades como en el caso de estas, en ocasiones estas mujeres tienen relación con otras mujeres que se encuentran en su misma situación o con mujeres inmigrantes, pero esto no es algo común, puesto que en la mayoría de los casos, se encuentran aisladas debido al control que ejerce el maltratador sobre ellas. Por lo tanto, normalmente, estas mujeres con la única persona que tiene relación o contacto es con el propio agresor, del cuál desarrolla una gran dependencia emocional.  No se nos puede olvidar que son mujeres inmigrantes que vienen de otro país, con otras costumbres, otros estilos de vida, otra cultura, etc… En la concesión que tienen ellas de la vida consideran que, estando en España es mejor estar en pareja para la hora de desarrollar la vida en el país de destino y de los gastos a los que tienen que hacer frente, por lo tanto consideran que si se rompe la pareja será mucho más complicada la vida, por lo tanto optan por vivir en pareja aún sufriendo maltratos por parte de esta (Arnoso et al., 2012). 

Otro factor de riesgo, al cuál tiene que hacer frente estas mujeres se da en el ámbito laboral, puesto que las mujeres que se encuentran desempleadas consideran que es mejor estar con el maltratador, ya que no tienen independencia económica ninguna y no pueden hacer frente a ningún tipo de gasto, los maltratadores se aprovechan de esta situación indudablemente, y por otro lado, el acoso y maltrato que pueden llegar a sufrir por sus jefes, porque la violencia de género también se da en los puestos de trabajo, se aprovechan de las mujeres que tienen que trabajar y no tienen más remedio que seguir en ese puesto, es de vergüenza que los jefes se aprovechan de estas situaciones (Arnoso et al…, 2012). 

En la mayoría de los casos, por no decir en todos, estas mujeres no conocen la legislación estatal de España, y tiene una gran falta de información acerca de esto, de dónde pueden ir a informarse, de cómo se tramita el proceso, no conocen absolutamente nada. Esto se puede deber al idioma, puesto que muchas de ellas no saben nada de castellano, por lo tanto no se pueden comunicar, esto es una enorme traba para estas mujeres, y otras simplemente por falta de información, existen algunas que sí que conocen la legislación aunque son las mínimas, y estas al conocer que sus parejas pueden ir a la cárcel o ser trasladados para el país de origen, es lo que hace que no denuncie por miedo a que ocurra alguno de estos dos caso mencionado anteriormente (Arnoso et al., 2012). 

Las mujeres víctimas de violencia de género consideran, que las medidas de protección hacia ellas son necesarias y vitales para su seguridad y para proteger su vida, pero que en ocasiones también convierten a la mujeres en cautiva de su propia protección, ya que a nadie nos gustaría que la policía nos persiga a todos lados y nos esté vigilando continuamente, cuando verdaderamente al que deben de vigilar y seguir es al agresor que es el que ha cometido el delito y el que es culpable, no perseguir y vigilar a la víctima.  Estas medidas de protección a la víctima se deben reforzar, ya que son necesarias y endurecerlas todo lo posible para que de una vez por todas, se acabe con esta problemática que tantas mujeres han sufrido, sufren y sufrirán, si no se pone medio para que se acabe  (Arnoso et al., 2012). 

La violencia de género es una problemática que corresponde tanto a la salud pública como al sistema sanitario, por lo tanto, es ahí donde se debe de dar la detención de esta situación y la intervención de la misma.  Una vez que la mujer ha reconocido la situación, se le tiene que hacer una exploración para valorar así su estado físico y mental, en el caso de que la mujer no quiera denunciar, se le tiene que informar de que es una manera de romper con una persona que le está haciendo daño,  se la derivará a la esfera de lo social facilitando información para que éstas puedan acceder a determinados recurso de protección, pero en ocasiones no se lleva a la práctica, por lo tanto queda bastante claro la falta de coordinación que existen entre los diferentes ámbitos que abordan esta problemática (Arnoso et al., 2012). 

La mayoría de los casos llegan a los y las trabajadoras sociales desde el ámbito de la salud, pero en ocasiones también pueden llegar desde la policía, el apoyo que reciben de estos y estas profesionales en ocasiones es nulo… puesto que estas mujeres llegan en un estado emocional bastante débil y se las debe de tratar con empatía, con gran sensibilidad, etc. Pero como en ocasiones las atienden profesionales que no están especializados en este colectivo pues no saben cómo tienen que actuar. Existen numerosos recursos a la hora de atender a la víctima, recursos de acogida, de  apoyo psicológico, ayudas económicas, etc… Sin embargo la  mujer inmigrante al estar en una situación de irregularidad y no poder ser demandante de empleo no puede acceder al RAI ( renta activa de inserción), por otro lado, existen numerosas ayudas para las  mujeres víctimas de violencia de género, pero las mujeres víctimas de violencia de género tienen enorme trabas para poder recibir estas ayudas y en ocasiones se les hace imposible ser beneficiarias de dichas ayudas (Arnoso et al., 2012). 

Creo firmemente en la necesidad de diseñar y aplicar nuevas medidas de protección a la víctima para velar por la seguridad de estas mujeres. Por otro lado, se debería de realizar campañas de prevención para evitar el desarrollo de estas situaciones , pero para que esto sea posible se necesitará la colaboración y participación de la sociedad en general  (Combarro et al…, 2014). 

Con respecto al plano judicial, creo que se debe reforzar la Ley de Violencia de Género, ya que sigue existiendo esta problemática, por lo tanto debería de darle una vuelta a la Ley y modificarla acorde a acabar con esta situación, que por desgracia sufren numerosas mujeres. Para una buena intervención con estas, se debe de adoptar una visión de la situación y su contexto en la totalidad, contar con profesionales que estén especializados en violencia de género, no se puede tolerar que traten con estas mujeres víctimas de violencia de género profesionales que no tengan ningún tipo de información sobre este colectivo, y no sepan como deben de atenderlas, tratarlas, etc..  

Por último, con respecto al trabajo social con grupos, una propuesta de intervención, para intervenir con estas mujeres, sería a través de la ayuda mutua. Son mujeres con un perfil común, y el apoyo social que perciben es muy bajo y en la mayoría de los casos inexistentes, al intervenir con estas mujeres desde una perspectiva de grupos, se relacionan con otras mujeres que están en la misma situación que ellas, entienden al resto de mujeres y se sentirán comprendidas, se verán reflejadas en las demás y se apoyan unas a las otras, por lo tanto sería muy gratificante para todas ellas poder ayudar a mujeres que se encuentran en su misma situación, y a la misma vez ser ayudadas por esas mujeres. El camino para todas ellas será más fácil si lo hacen acompañadas las unas de las otras, que sí lo tienen que realizar solas.  

Existen numerosos beneficios con estos grupos de ayuda mutua que sirve para que la persona afronte y supere la situación en la que se encuentra. En primer lugar, estimula el poder que tienen las personas para ayudarse a sí mismo y para ayudar a los demás, y ayudar a que los demás se ayuden. En segundo lugar, la persona se “empodera” en este grupo se reconoce y se estimula el crecimiento personal de cada uno, adquieren ciertas responsabilidad y sobre todo y una de las cosas más importantes es que toman sus propias decisiones, nadie decide por nadie. Y por último, en estos grupos, muchísimas personas encuentran “la esperanza” ya que han visto y vivido como otras personas que eran iguales o peores han salido adelante (Osuna, 2018). 

Referencias bibliográficas  

  • Pérez Beltrán, C. (2020). La violencia de género en Marruecos: una aproximación a la realidad social y al debate ideológico. Revista de Investigaciones Feministas 11(2), 343-353. http://dx.doi.org/10.5209/infe.65363