LA IMPORTANCIA DE LOS GRUPOS DE AYUDA MUTUA EN SALUD MENTAL
Autoras: Andrea Fernández Núñez, Estefanía Pérez Castillo, Cristina Pérez Vázquez
RESUMEN
La intervención del/la trabajador/a social mediante la creación de grupos de ayuda mutua (GAM) permite abordar eficazmente problemas de salud mental como la depresión. Los GAM consisten en la construcción de grupos de personas que comparten problemáticas de carácter similar e impulsan la mejora de sus complejas situaciones. Además, se puede aplicar en términos de prevención del suicidio debido a que los individuos que tienen este tipo de pensamientos se sienten muchas veces solos y mediante los GAM pueden crear nuevos vínculos con los que se sienten identificado. De esta manera, se ayudan unos a otros a superar las adversidades.
PALABRAS CLAVES
Trabajo social, grupos de ayuda mutua (GAM), salud mental, suicidio, depresión.
Los grupos de ayuda mutua son una alternativa de actuación en el trabajo social muy beneficiosa para las personas que se encuentren en alguna situación de malestar, pero no se llevan a la práctica con tanta frecuencia. Esto se debe a que normalmente la intervención con usuarios/as en el trabajo social se hace de manera individualizada en lugar de grupal o comunitaria.
¿Pero, en qué consisten los Grupos de Ayuda Mutua (GAM)?
Los grupos de ayuda mutua son un espacio donde los/as participantes se sienten escuchados desde la comprensión por parte de otras personas con las que comparte un mismo problema y trabajan juntos para la superación o mejora de esta situación.
Para entender esta idea es fundamental analizar cada una de sus partes. El uso del término “grupo” se debe a que es una actividad colectiva, por otro lado, entra en juego el concepto de ayuda, ya que esta actividad destaca por proporcionar apoyo ante un problema. Por último, se caracteriza por ser una actividad horizontal debido a la existencia de reciprocidad, corresponsabilización en el que nadie es superior al otro. (María-Sampietro, y Sicilia-Matas, 2019)
Una vez que ya tenemos claro que es un grupo de ayuda mutua, es importante saber cómo se forman.
Para construir este grupo es importante en primer lugar, establecer los motivos, y que las personas compartan las mismas problemáticas. Después, será necesario determinar las características formales más idóneas para este tipo de grupos. En relación al tamaño del grupo, teniendo en cuenta la importancia de generar un espacio de confianza y seguridad donde todos/as puedan intervenir, es preferible que el grupo no sobrepase de 10 participantes ni sea menor a 5. Centrándonos en la frecuencia de los encuentros, es recomendable que estos se realicen de manera continuada para no perder los vínculos entre los/as participantes. La duración debe constar de suficiente tiempo para que todos los/as participantes tengan la oportunidad que expresarse, pero sin que lleguen a acabar agotados al estar demasiado tiempo en las sesiones. Y por último, en cuanto a la apertura del grupo, si esta es abierta o cerrada, es decisión de los/as propios/as participantes si al empezar a funcionar se permite la entrada de nuevos/as integrantes.
Una vez el grupo está construido, es importante informar a los/as participantes de las normas básicas a seguir para que se dé un buen funcionamiento del grupo de ayuda mutua.
El respeto es una de las normas básicas de los grupos de ayuda mutua y este, abarca cinco acciones básicas. La primera es tener un trato cordial, generar un clima de bienestar donde todos los/as integrantes del grupo puedan sentirse cómodos y seguros en ese espacio, la segunda acción, hace referencia al respeto de los turnos de palabra, respetar el momento de cada uno, no interrumpirse, ni hablar dos o más personas a la vez, permitir que la esa persona termine de expresarse. La tercera engloba el juicio, no juzgar ideas, valores y forma de ser de los demás, los/as participantes del grupo tienen que poder expresarse sin miedo a ser juzgado y, por otro lado, deben cuidar las palabras y tonos que utilizan para no generar juicios de valor. La cuarta acción es la importancia de no dar consejos, cada persona tiene su proceso de aprendizaje y no acuden a los grupos para que les digan que tienen o no que hacer. Por último, no discriminar, no tolerar comportamientos discriminatorios a cualquier colectivo.
En los grupos de ayuda mutua es vital la confidencialidad para que el grupo se desarrolle de forma adecuada, los/as integrantes de este necesitan sentirse seguros de que todo lo que cuentan queda en la sesión. Esta confidencialidad engloba no desvelar ninguna información a terceras personas ni sacar fuera del contexto del grupo aquello que se comparte en las sesiones.
La inclusión, el sentimiento de pertenencia en un grupo es fundamental para que los/as participantes se sientan seguros y acogidos en este. Para que el funcionamiento del grupo sea positivo y eficaz es primordial que las personas que lo forman se sientan integrados y partícipes y de esta forma, generar vínculo con el resto del grupo. Para la inclusión se deben tener en cuenta una serie de factores. Ofrecer la posibilidad de expresarse a todos los/as integrantes del grupo, invitarles a exponer sus vivencias, pero sin forzarles, debemos mostrar que nadie tiene la obligación de hablar si no quiere hacerlo. Evitar que haya una única persona que acapare la palabra ni que se formen conversaciones paralelas o pequeños grupos dentro del propio GAM. Poner contexto a los temas de conversación, asegurarse de que los/as participantes entienden de qué se está hablando, por último, asegurar que los/as componentes del grupo comprenden el funcionamiento de los grupos de ayuda mutua.
La voluntariedad es una condición necesaria que implica que todo aquel que participe en un grupo de ayuda mutua deberá hacerlo de manera libre, sin que nadie le haya obligado. Deben asistir por iniciativa propia. Es de vital importancia que exista una voluntariedad debido a que se podrá conseguir una mayor implicación con el grupo y dejar atrás así un rol de carácter pasivo de cara a sus problemas y conflictos.
Por último, el compromiso de asistencia. Es imprescindible que las personas que se adhieran a un grupo de ayuda mutua asuman sus responsabilidades y se comprometan a asistir a las sesiones. Solo se obtendrán resultados positivos si se consigue una participación de las personas a lo largo del tiempo, puesto que una sesión puntual no funcionaría. Por lo tanto, se tienen que dar dos condiciones: asistencia de manera regular y compromiso a un número mínimo de sesiones. En primer lugar, a través de la asistencia regular se quiere conseguir una estabilidad, para fomentar la confianza hacia el resto de los/as integrantes del grupo y su inclusión en él. En segundo lugar, la condición de un mínimo de sesiones se debe a que hay muchos temas complejos que no pueden ser abordados en un solo día, la recomendación es de al menos seis sesiones. (María-Sampietro y Carbonell-Ferrer, 2014).
FUNCIONES DEL/DE LA TRABAJADOR/A SOCIAL
Unas de las características más significativas de los grupos de ayuda mutua es que no precisan de la presencia de un/a profesional en las sesiones, pero aun así el/la trabajador/a social tiene una serie de funciones muy relevantes en estos. Los grupos de ayuda mutua están incluidos en el trabajo social con grupos, aunque estos obren de forma independiente. Están íntimamente ligados con los/as trabajadores/as sociales ya que estos se ocupan de derivar a estas personas a grupos de ayuda mutua y de esta forma las terapias individuales o grupos terapéuticos dejan de ser siempre la primera opción.
Los/as trabajadores/as sociales tienen la función de orientar al grupo y al que será el moderador en las primeras sesiones. Posteriormente el/la profesional abandona el grupo, suele ser tras cuatro sesiones, aproximadamente. Aun así, aunque no esté presente, los/as integrantes del grupo pueden acudir a él para consultar dudas o problemas que puedan generarse, por ello debe ser total conocedor de las necesidades de los/as participantes. (Rossell-Poch, 1998)
El/la trabajador/a social debe aportar a los componentes del grupo un apoyo psicológico donde la persona pueda autoevaluarse correctamente, desahogarse y ser aceptado. Por otro lado, otra función es la de impulsar los vínculos entre los/as participantes para conseguir así conocer nuevos círculos y fomentar su ocio, dejando atrás el aislamiento. Además, el/la trabajador/a social informa de los posibles recursos y el modo de acceso a los mismos, tanto personales como externos. De este modo, otra función que deberá desempeñar es la de fomentar la adquisición de habilidades para afrontar conflictos. (Mendoza-Cárdenas et al., 2021)
CÓMO FUNCIONA UN GRUPO DE AYUDA MUTUA EN EL CASO DE SALUD MENTAL
La OMS (2022) define la salud mental como «estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad.»
Centrándonos en España, según la Confederación de salud mental España (2019) observamos que el 9% de la población padece algún problema de salud mental y el 25% lo padecerá en algún momento de su vida. A día de hoy, la ansiedad y la depresión son los trastornos mentales que más afectan, en concreto a un 6,7% de la población respectivamente.
Además, más de la mitad de los/as españoles/as con trastorno mental ha precisado en algún momento tratamiento y no lo ha recibido, y muchos de los que lo han recibido aseguran que no ha sido el adecuado.
Una vez que hemos explicado que son los GAM y su funcionamiento, sabemos que cada grupo está centrado en un área. En este caso, la salud mental. En estos grupos de ayuda mutua se trata todo lo que gira en torno a los trastornos mentales y las diferentes situaciones que provocan. Algunos de los puntos que se desarrollan son:
El sufrimiento y las crisis, donde se aborda las consecuencias que puede llevar una crisis, como son los síntomas, los pensamientos que conlleva, las emociones negativas que se sienten, las dificultades que superar del día a día y comprender que les está ocurriendo.
El estigma y la discriminación que viene derivado por un diagnóstico psiquiátrico. Estas personas se someten a una gran cantidad de prejuicios por parte de la sociedad. Muchas veces se piensa que estas personas no tienen cura, que son agresivas y débiles o que no son capaces. Esto hace que se trunquen sus proyectos y sufran discriminación.
El autoestigma aparece cuando estas personas proyectan sobre sí mismas esos prejuicios que la sociedad les pone. Esto conlleva a que las personas que padecen algún problema de salud mental no confíen en sus capacidades, disminuya su autoestima y se sientan inferiores a los demás.
La atención profesional es donde se tratan temas como los recursos que proponen las instituciones para asistir casos de salud mental, ingresos en hospitales, medicamentos y procedimientos terapéuticos, la relación con los/as profesionales, etc.
Estrategias de gestión y recuperación, donde se comparten aquellas técnicas para lidiar con nuestros conflictos y malestares. De esta manera se puede aprender compartiendo.
Además de trabajar los problemas de salud mental que este grupo padece, también es importante hablar de la salud mental positiva e implementarla en la vida de cada persona.
La salud mental positiva, es un estado de confort y hace referencia a todo aquello que nos genera bienestar en relación a uno mismo y el resto. Para conseguirla, se deben trabajar cinco ámbitos.
En primer lugar, las relaciones afectivas son muy importantes para nuestro bienestar y cuando estas se rompen o deterioran generan desasosiego.
En segundo lugar, los proyectos de vida son necesarios para encontrar un significado a nuestras vivencias ya que sufrir de salud mental puede afectar las metas que cada persona tenía. Por lo tanto, el objetivo debe ser restaurarlo para que la persona pueda recomponerse.
En tercer lugar, la autoestima es importante para que se den el valor que cada persona tiene. Como veníamos hablando antes, los prejuicios y la discriminación pueden hacer que la autoestima disminuya, y es por ello que se debe reforzar la autoimagen que cada persona tiene de sí mismo.
En cuarto lugar, la autoocupación y gestión del bienestar es fundamental para conseguir que la persona pueda volver a sentirse bien. Una buena forma de lograrlo es poner en marcha una rutina saludable que haga que las personas empiecen a aprovechar más su vida.
Por último, la superación de barreras que pueden ser internas –ej. Temor a fracasar- o externas –ej. Discriminación-. Se potencia que estas personas puedan manifestarlas, alzando su voz y sus derechos para que puedan seguir desarrollándose como personas. (María-Sampietro y Carbonell-Ferrer, 2014).
GRUPOS DE AYUDA MUTUA PARA LA PREVENCIÓN DEL SUICIDIO Y FAMILIARES AFECTADOS
El suicidio es definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021) como el acto deliberado de quitarse la vida, donde entran en interacción factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociológicos y ambientales. Las investigaciones muestran que más del 95% de las personas que se suicidan tienen depresión u otro trastorno mental. La OMS (2021) define la depresión como “un trastorno de salud mental común, que se caracteriza por una tristeza persistente y una falta de interés o placer en actividades que previamente eran gratificantes y placenteras. Además, puede alterar el sueño y el apetito, y es frecuente que concurra con cansancio y falta de concentración”.
Centrándonos en España, el suicidio es la principal causa de muerte no natural. En 2020 se registraron un total de 3941 personas fallecidas por esta razón, esta cifra equivale a 10 personas al día, una cada dos horas y media. En lo que se lleva de siglo, ha habido aproximadamente 60.000 muertes por suicidio. (Observatorio de biopolítica, 2022)
¿Qué proporcionan los grupos de ayuda mutua en la prevención del suicidio?
Las personas muchas veces atraviesan este tipo de pensamientos solos, es por ellos, que en los grupos de ayuda mutua pueden encontrar a personas que están en una situación similar a la suya y sentirse acompañadas en su proceso. Además, establecer vínculos con otras personas, aprender herramientas en base a la experiencia de los demás y compartir los avances que cada uno va consiguiendo. (Escenarios saludables, s.f.)
Por otro lado, están los familiares que han sufrido una perdida por suicidio y por ellos, los grupos de ayuda mutua les pueden proporcionar una serie de beneficios en su duelo.
Estos grupos tienen como objetivo, dar apoyo y comprensión a aquellas familias y allegados que comparten una situación similar, aliviar la soledad que sienten tras la perdida, poder expresarse y mostrar sus emociones sin sentirse juzgados, aprender más sobre las conductas suicidas, nutrirse de otras formas de afrontamiento del duelo y, por último, aceptar y reconocer que nuestras emociones son válidas y que hay más personas que se sienten igual. (APSAS, s.f.)
CONCLUSIÓN
Como ya hemos mencionado anteriormente, los problemas de salud mental están muy relacionados no solo con factores individuales, sino también del entorno.
El sufrimiento de las personas que padecen un problema de salud mental va acompañado del aislamiento que sienten estas al no sentirse comprendidas. Este sentimiento de incomprensión puede derivar en una sensación de soledad que incrementa su malestar.
Los grupos de ayuda mutua pueden proporcionar a estas personas que se sienten solas un espacio de escucha, empatía y de comprensión mutuo, ya que muchas de estas personas no sienten que son entendidas por su entorno, dado que no lo han experimentado.
A pesar de encontrar diferentes grupos de ayuda mutua enfocados en los distintos ámbitos de la salud mental, así como, de familiares afectados por esta problemática.
Al centrarnos en el suicidio, aun tratándose de un problema social de gran magnitud y con muchos afectados, hemos observado que se han creado pocos grupos de ayuda mutua para aquellas personas con ideación suicida, principalmente por el tabú que existe sobre este tema. (Hablemos de suicidio ONG, s.f.)
Podemos concluir que el uso de los grupos de ayuda mutua son una herramienta muy útil dentro del trabajo social con grupos ya que proporciona una alternativa diferente de intervención al dar la oportunidad a personas con similares problemáticas a fomentar su autonomía y ayudarse entre sí.
BIBLIOGRAFÍA
Asociación para la Prevención del Suicidio y la Atención al Superviviente. (s.f.) Grupo de Apoyo. https://www.apsas.org/es/grupo-de-apoyo/
Confederación Salud Mental España. (2019) La salud mental en cifras. https://comunicalasaludmental.org/guiadeestilo/la-salud-mental-en-cifras/
Escenarios Saludables (s.f.) Grupos de Ayuda Mutua frente a Factores de Riesgo de Suicidio. https://www.escenariossaludables.ar/grupos-de-ayuda-por-factores-de-riesgo-de-suicidio
Hablemos de suicidio ONG (S.f.) La ayuda mutua en la prevención del suicidio. https://www.hablemosdesuicidio.ar/la-ayuda-mutua-para-prevenir-el-suicidio
María-Sampietro, H., y Carbonell-Ferrer, C. (2014). Documento guía para la constitución y gestión de los grupos de ayuda mutua en salud mental. ActivaMent Catalunya Associació, 3-15
María-Sampietro, H., y Sicilia-Matas, L. (2019) Guía para los Grupos de Ayuda Mutua de Salud Mental en primera persona. Federació Salut Mental Catalunya.
Mendoza-Cárdenas, E., Yáñez-Soto, M., y Vitela-Hernández, P. (2021). Grupos de ayuda mutua, una estrategia de intervención social en entornos virtuales. Revista realidades: Revista de la Facultad de Trabajo social y Desarrollo Humano, 1, 81-101.
Observatorio de biopolítica (9 de septiembre de 2022) Informe del Suicidio en España. Recuperado el 2 de diciembre de 2022 de https://biopolitica.net/2022/09/09/informe-del-suicidio-en-espana-actualizacion-2022/
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Rossell-Poch, T. (1998). Trabajo social de grupo: grupos socioterapétuticos y socioeducativos. Cuadernos de Trabajo Social, 11, 103-122